Controles cada vez más sofisticados en los aeropuertos
Lejos de suavizarse, se están implantando sistemas más complejos, como los escáneres corporales
R. UGARRIZA - DEIA.com
BILBAO. La experiencia de tomar un vuelo comercial no ha vuelto a ser la misma desde el 11 de septiembre de 2001. Los controles extremos habilitados en los aeropuertos de todo el mundo en un intento de evitar nuevos ataques terroristas a bordo de aviones han hecho la vida de los viajeros mucho más complicada. De rebote se ha generado un enorme negocio empresarial a costa de la seguridad. Pese a los años transcurridos desde los atentados de Al Qaeda en tierras estadounidenses, todo parece indicar que las medidas de seguridad en los aeropuertos, lejos de suavizarse, van a incrementarse, aunque suavizadas por los adelantos tecnológicos para hacer más llevaderas las esperas y los controles.
El ejemplo más reciente de esta tendencia es el cambio de rumbo adoptado por el Parlamento Europeo, que el pasado mes de mayo aprobó la implantación de escáneres corporales en los aeropuertos, una postura diametralmente contraria a la aprobada hace tres años. Ahora la institución europea ha dado su visto bueno con la condición de que dichos escáneres deben ser inocuos para la salud -lo que hace descartables los rayos X-, que no proyecten imágenes corporales del pasajero sino una silueta estándar o un muñeco que señale dónde se encuentra un objeto extraño, que las imágenes no se puedan guardar y que, si pese a ello un viajero no quiere pasar por el aparato, pueda someterse a un control como el actual.
En esa misma resolución, el Parlamento también dio marcha atrás con su idea de eliminar la limitación de líquidos que se puede portar en el equipaje de mano. La Unión Europea adoptó en 2006 la polémica medida de restringir la cantidad a 100 mililitros por pasajero, después de que se descubriera un plan terrorista para fabricar bombas usando componentes líquidos en un avión. Finalmente, el Parlamento Europeo decidió dar una moratoria hasta el 2013 para eliminar esta medida, en la confianza de que para esa fecha se contará con escáneres para líquidos.
La realidad del asunto es que, amparándose en razones de seguridad, muchos países europeos se niegan a eliminar estas restricciones. Un eurodiputado británico, el socialista Brian Simpson, manifestó que "no se trata de seguridad sino del coste que supone. Si fuera un tema de seguridad, ¿cómo se explica que algunos Estados miembros se mostraran felices por terminar con las restricciones?", se preguntó. Además aseveró que "los principales aeropuertos no están dispuestos a comprar el equipamiento necesario y emplean el argumento de la seguridad como una excusa".
EL GRAN NEGOCIO DE LA SEGURIDAD Y es que los gastos derivados de estas exhaustivas medidas de control de pasajeros en los aeropuertos no pueden desligarse del lucrativo negocio que supone la amenaza terrorista para los sectores de la seguridad. Aena, la entidad que agrupa a los aeropuertos civiles del Estado español, estimaba en cerca de 169 millones de euros la cantidad que había dedicado a medidas de seguridad en 2010.
Veinticinco millones fueron par inversiones en equipos e instalaciones, una cantidad parecida correspondió al gasto de mantenimiento de equipos de seguridad y 122 se destinaron a los agentes de seguridad privada. Esta entidad se jactaba de que, con un número superior a 4.000 vigilantes privados, "Aena es el primer empleador de seguridad privada de España".