Aeropuertos,
el drama de la seguridad
Por
Oscar J. Vera / deviajes@viajesmonaco.com
La mayoría de las críticas acerca de los
aeropuertos se produce en los filtros hacia las salas de embarque y tiene que
ver con los controles para volar
Fuente:
laverdad.com - Domingo, 13 Mayo 2012 00:0024 CLICS
El
avión, incluido el riesgo de atentados terroristas, es uno de los lugares más
seguros para estar. Se dice que el momento más peligroso de un viaje en avión
es el trayecto de casa al aeropuerto. El gran triunfo del terrorismo es haber
alterado de una forma tan descomunal el transporte aéreo.
¿No hay
formas menos traumáticas para prevenir el terrorismo que, el hacernos ir al
aeropuerto con tres horas de antelación, soportar monumentales colas ante los
sistemas de seguridad, tener que medio deshacer las maletas para pasarlas por
los detectores; quitarnos zapatos, botas, cinturones, relojes, etc.? Pienso que
se pueden mejorar, pero también merecen un poco de comprensión los sufridos
empleados a cargo de los detectores de metales en los aeropuertos que, sin tener
la culpa, ellos deben soportar las malas caras y la irritación de los
pasajeros. Es su parte en el drama.
La
seguridad en el transporte aéreo
Habitualmente
se habla de dos tipos de seguridad que afectan al transporte aéreo y se las
suele nombrar en inglés: safety y security, una hace referencia a la
operacional y la otra al ámbito policial y de orden público.
La
primera tiene que ver más con los procedimientos de vuelo y la segunda con
evitar las interferencias ilícitas que puedan poner en peligro las vidas y los
bienes implicados en el transporte; una suele pasar desapercibida para el
viajero, pero la otra le genera molestias que se pueden ver con un ejemplo.
El
filtro de la sala de embarque
Tomemos
un turista típico que sale de su casa cargado hacia el aeropuerto, dispuesto a
pasar unas maravillosas vacaciones de playa en un hotel de todo incluido.
Él ya
sabe qué puede poner en la maleta para facturarla y qué no, así como lo que
puede llevar en el bolso de mano, de forma que con las prisas y los nervios del
momento de la salida ha llegado a la facturación donde se ha descargado de la
mayor parte del equipaje y ahora está delante del filtro.
Acaba
de poner en la cinta del escáner todo lo que llevaba consigo para pasar al
vuelo y que el viaje se le haga más entretenido.
¿Qué
suena en el arco detector de metales?
Porque
el personal auxiliar se lo pidió, se ha quitado la gorra, los lentes de sol y
el cinturón de los pantalones; ha vaciado lo que llevaba en los bolsillos
delanteros que en resumen venía a ser: un juego de llaves de la casa, el
celular, la cartera y la tarjeta de embarque, y todo esto sujetándose los pantalones para que no se le
caigan
A la
señal del personal de seguridad que está detrás del arco, pasa inseguro y
dubitativo, pensando en que no hay derecho a que lo traten como si fuera un
delincuente.
Pasa y
el aparato empieza a pitar con su sonido metálico de alarma de fin del mundo y
el agente lo insta a quitarse los zapatos. En este punto se dispara la
ansiedad.
Regresa,
se descalza, con las botas en la mano (ahora se ha dado cuenta que estaban
llenas de remaches metálicos) y volviendo a sujetarse los pantalones para que
no se le caigan, las deja sobre la cinta y se dirige al arco; pasa ya seguro
que ha conjurado el último peligro y, "¡quieto ahí!", aquello vuelve
a sonar.
La
inspección manual en el filtro
Es el
momento en el que el vigilante, mal encarado porque esa mañana le está doliendo
una cordal y no hay manera que se le pase el dolor, le dice: "Ponga los
brazos en cruz que le voy a cachear".
La
realidad es que lo que hace es pedirle permiso para realizarle un control
manual, pero el hombre con los nervios solamente ve a un tipo de uniforme que
se le viene encima y empieza a tocarle mientras siguen pasando pasajeros que le
rozan o le empujan, y ve su bandeja en el confín de la cinta cada vez más lejos
y más abandonada, mientras otros vigilantes observan pantallas escondidas.
Se
podría resumir el paso del control diciendo que es molesto y engorroso para el
pasajero, pero imprescindible para la seguridad de los vuelos. A nadie se le
escapa que el delincuente, o el terrorista, trata de ir siempre unos pasos por
delante de la Policía y es la obligación del personal que cuida que el viaje
aéreo sea la buena experiencia que tiene que ser: impedir que este se convierta
en una pesadilla.
No lo
olvide, siga las indicaciones del personal de seguridad y colabora con ellos en
todo momento.