Fuente:
cincodias.com - EVA SANTIAGO
– MADRID - 14-03-2013
Con una edad de entre 25 y 50 años, deberá tener una
talla no menor que la que se exige para el servicio militar, una constitución
robusta, ser de reconocidas buenas costumbres y gozar de buena opinión y fama.
Eran estos algunos de los requisitos que se establecían en 1849 para poder ser
guarda municipal de campo, la primera figura de seguridad privada en la
historia reciente de España.
Más de siglo y medio después, aunque el cometido sigue
siendo el mismo, es decir, garantizar la seguridad de personas y bienes de
forma complementaria y subordinada a la seguridad pública, pocos son los
parecidos entre aquellos predecesores de los vigilantes y las actuales
compañías privadas de servicios de seguridad, que han ido incrementando su
presencia en un buen número de segmentos, desde hospitales a colegios, pasando
por aeropuertos o incluso por los controles de acceso de instalaciones militares.
El sector cuenta en la actualidad con cerca de 1.500
empresas en España y en los últimos cinco años se han habilitado más de 115.000
nuevos profesionales de la seguridad privada, pero la crisis, como al resto de
la actividad económica, también le ha tocado de lleno. Según las estimaciones
de Aproser, la asociación profesional de compañías privadas de servicios de
seguridad, la facturación cayó en 2012 un 12%, aunque los datos aún no son
definitivos, sumando así el cuarto ejercicio consecutivo de descensos,
motivados primero por la disminución de la demanda de sus servicios por parte
de los particulares y, más recientemente, por las restricciones presupuestarias
de las Administraciones públicas, que representan un 25% de su facturación.
Se trata de una situación a la que las principales
firmas españolas hacen frente a través de la tecnología. “Estamos consiguiendo
crear nuevas soluciones en las que la tecnología juega un doble papel, porque
por un lado permite incrementar la calidad de los servicios, con la
utilización, por ejemplo, de vigilancia remota y, por otro, reduce los costes
al racionalizar la utilización de vigilantes-hora”, analiza José Luis Velasco,
director de relaciones institucionales y comunicación de Securitas.
“Se trata de avanzar en la convergencia de la
seguridad, combinando sistemas y presencia física y al mismo tiempo responder
también a la necesidad
de seguridad lógica de los clientes, pues una invasión
de los sistemas informáticos puede hacer más daño que una invasión física de
las instalaciones de una empresa. El objetivo es dar un mayor valor añadido a
la seguridad y que esta no sea solo poner un vigilante ocho horas en una
puerta”, explica Emilio García Perulles, director nacional de Eulen Seguridad.
Junto a ello, “se requieren cada vez más servicios
específicos que cubran las necesidades de los clientes y que confirman la
necesaria especialización, valorándose además las sinergias entre productos
para que un solo proveedor pueda cubrir varias necesidades”, añaden fuentes de
Prosegur.
La otra gran apuesta del sector pasa por explorar
nuevos nichos de mercado para expandirse, intensificando la colaboración con la
seguridad pública. “Hay opciones y nuevas actividades en las que, con el
control adecuado, con carácter complementario y una función preventiva, podemos
colaborar sin poner en cuestión el principio básico de que la seguridad está
garantizada por el Estado”, argumenta Eduardo Cobas, secretario general de
Aproser. Algunas experiencias europeas, asegura, avalan esta vía, como la
vigilancia privada de algunas zonas comerciales en Suecia, complementando a los
medios públicos; o la seguridad de zonas rurales de Bélgica, en las que cuando
se detecta un pico de criminalidad se hace uso de los recursos disuasorios
privados.
También en España, el Ministerio del Interior trabaja
en un programa piloto que se implementará en 21 prisiones para que intervengan
en el control de accesos y la vigilancia perimetral de los recintos, lo que ha
despertado los recelos de los sindicatos de funcionarios.
La medida, según fuentes del sector, podría incluirse
en la futura nueva Ley de Seguridad Privada que el Ministerio tiene ya avanzada
y con la que el departamento de Jorge Fernández Díaz pretende modernizar la
normativa y adecuarla a los nuevos tiempos en los que el sector ha
experimentado un extraordinario auge, pero que “en absoluto supondrá privatizar
la seguridad pública”, rechaza tajantemente el ministro.
Aunque la regulación vigente desde 1992, una de las
más restrictivas de Europa, ha permitido en buena medida “que la seguridad
privada española se convierta en un modelo de inspiración sobre todo para las
reglamentaciones latinoamericanas”, según Aproser, todos los expertos coinciden
en que se ha quedado obsoleta y puede suponer un freno. “El escenario no es el
mismo, las demandas de la sociedad y las empresas tampoco. Por eso, uno de
nuestros reclamos es poder atender servicios que nos demandan nuestros clientes
en determinadas calles comerciales, eventos deportivos y espectáculos en
espacios públicos”, subraya Velasco.
Intrusismo
profesional
Los nuevos segmentos de actividad centrarán la agenda
de la IV Cumbre Europea de Seguridad Privada que esta semana se celebra por
primera vez en España y en la que también se abordarán otros problemas del
sector, como es el del intrusismo profesional y la competencia desleal, “que,
además de perjudicar gravemente a las empresas que cumplen fielmente con la
legislación, ha creado una imagen distorsionada del sector, de manera que en
ocasiones se ha generalizado injustamente”, advierte García Perulles.
Los empresarios reconocen que algunos casos famosos
han podido afectar a la reputación del negocio y demuestran que no solo es
necesario cumplir escrupulosamente con la norma sino también adecuar los
servicios a los riesgos y los procedimientos de selección a los proveedores.
Para hacer frente a ello “es imprescindible que
trabajemos con parámetros objetivos de las empresas, que demuestren que se
cumple la normativa administrativa, laboral y tributaria y que no hacemos
incurrir a los clientes en más riesgos de los necesarios”, concluyen desde
Aproser, que durante la cumbre europea de seguridad presentará su
especificación técnica. Bajo la certificación de Aenor, esta garantizará,
aseguran, esa diferenciación positiva para todas las empresas asociadas que se
sometan a ella.