Algo más
que un tiro en la pierna
Un vigilante pega un tiro a
un joven en pleno debate sobre la nueva Ley de Seguridad Privada
Fuente:
elpais.com - F. JAVIER BARROSO Madrid 1 MAR 2014
Justo
en pleno debate sobre la futura Ley de Seguridad Privada, Leganés vivió, hace
una semana, un ejemplo de las eventuales consecuencias que puede tener un
aumento de las competencias de los vigilantes de seguridad. Un empleado de
Prosegur, Alin-Nicu Cocirca, de 35 años, pegó un tiro a un joven, Nazariy
Spivak, de 18 años, durante una reyerta. El autor del disparo aseguró a la
policía que 11 atacantes le quitaron a su compañero y a él las porras y las
emprendieron a golpes. En un momento dado, le intentaron arrebatar el arma y se
produjo un tiro fortuito. La víctima, al contrario, mantuvo que les amenazaron,
golpearon y que uno de ellos utilizó el revólver.
La
reyerta se produjo alrededor de las seis y media de la tarde en la estación de
Parque Polvoranca, en Leganés (Madrid), cuando un grupo de 11 jóvenes se saltó
los tornos en la parada anterior y comenzó a hacer gamberradas ya dentro del
vagón. Los dos vigilantes de seguridad, pertenecientes a los llamados Grupos
Operativos (GOP), se acercaron a estos viajeros y le recriminaron su actitud. A
partir de ahí, surgen las dos versiones.
Nazariy
Spivak declaró ante la policía que los dos vigilantes se acercaron al vagón en
el que estaban y les recriminaron su actitud. Acto seguido, se quitaron la
chapa de color blanco que lleva su número identificativo y comenzaron a
amenazarles, mientras la emprendían a golpes con ellos. Se inició entonces una
reyerta, en la que los jóvenes intentaron defenderse.
Fue
entonces cuando Alin-Nicu Cocirca sacó su revólver reglamentario, del calibre
38 especial, y efectuó dos disparos. El primero, al aire y el segundo, contra
la pierna izquierda de Spivak. Cuando el tren llegó a la estación, los jóvenes
salieron e intentaron huir saltando una valla.
El
vigilante de seguridad relató que los 11 chavales se colaron en Fuenlabrada. Se
acercaron a ellos y les pidieron los billetes, que no llevaban. A continuación,
la emprendieron a golpes con los empleados e incluso, según su relato, les
sacan alguna navaja. En el forcejeo les arrebataron las porras y les pegaron
con ellos. Según Cocirca, en un momento dado notó que le estaban quitando el
arma y cuando le echó mano se produjo el disparo de forma accidental que alcanzo
al joven en la pierna.
Cuando
llegaron los policías locales y nacionales, tres amigos estaban taponando la
herida de bala. Esta tenía orificio de entrada y salida y no afectó al sistema
óseo ni vascular. Fue trasladado al hospital 12 de Octubre. Mientras, el
vigilante de seguridad fue detenido, acusado de lesiones graves. También
entregó el revólver y la guía de pertenencia —el documento que atestigua la
titularidad del arma—. La policía comprobó que en el tambor había cinco
cartuchos, por lo que la versión de los jóvenes ya comenzaba a flaquear. Tras
pasar a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de
Leganés, quedó en libertad con cargos.
Este
periódico contactó con el vigilante de seguridad, que está de baja, y estaba
dispuesto a contar su versión de la reyerta. La compañía para la que trabaja,
Prosegur, declinó que lo hiciera al entender que el asunto está siendo
investigado por la autoridad judicial. Fuentes del Departamento de Seguridad de
Renfe explicaron que este empleado nunca había dado problemas en el servicio
(lleva 12 años como vigilante, de los que dos ha estado en la compañía
ferroviaria) y que ha sido felicitado en más de una ocasión por su
profesionalidad en el servicio.
Algo
similar ocurrió con el herido. Este estuvo internado hasta el pasado viernes en
la unidad de Traumatología del hospital madrileño. Al principio accedió a
explicar a EL PAÍS lo ocurrido la tarde del sábado. Eso sí, su primera pregunta
fue cuánto iba a cobrar por hablar con el periodista. Después, no quiso
hacerlo, entre otros motivos por consejo expreso de sus padres.
Un caso
en el que se vieron envueltos también vigilantes de Renfe ocurrió en mayo de
2006 en la estación de Atocha, cuando murió Antonio Mena Sanz, de 27 años, tras
ser reducido y esposado por otros cuatro vigilantes. La autopsia determinó que
Mena no presentaba señales externas de violencia, ni hematomas ni fracturas,
por lo que el forense se inclinó a creer que falleció por un derrame cerebral.
El caso
de Leganés surge en pleno debate sobre la Ley de Seguridad Privada y su aumento
de atribuciones, entre los que se encuentra el poder detener en plena calle.
Una
orden del Ministerio del Interior de 2011 estipula que los vigilantes prestaran
servicio con un revólver calibre 38 especial con un cañón de cuatro pulgadas.
En teoría está reservado para aquellos servicios de especial riesgo como el
traslado de dinero en efectivo, la vigilancia de entidades bancarias o joyerías
o los encargados de reponer los billetes en los cajeros automáticos, entre
otros. Los que lleven armas tendrán que efectuar “un mínimo de 25 disparos” en
cada ejercicio obligatorio de tiro, que tendrá que hacer cada seis meses como
mínimo.
Para el
presidente de la Asociación Española de Directores de Seguridad (500
afiliados), José Antonio Martínez, lo importante con los vigilantes de
seguridad es que estén “bien formados” para que sepan cuáles son sus
responsabilidades y limitaciones. “El debate no está tanto en que lleven o no
arma, sino en que tengan los controles necesarios para saber que están
capacitados mental y físicamente para llevarla. Todo pasa por la formación y de
la valoración que se haga de sus aptitudes”, destaca Martínez. Este añade que
su función va a depender de las incidencias y de los riesgos que pueda asumir.
“Muchas veces el simple hecho de llevar el arma ya es en sí disuasorio”, añade.
Fuentes
policiales reconocen que el portar un arma supone un grave riesgo por las
consecuencias que se pueden derivar de su uso. También mantienen que muchas
veces los vigilantes de seguridad no están formados ni hacen las prácticas
suficientes para este tipo de servicio. A eso se unen que hasta el momento
están considerados como auxiliares de los cuerpos y fuerzas de seguridad del
Estado, por lo que su actuación queda limitada a pocos y tasados casos. Al
menos hasta el momento.
El
Ministerio del Interior por su parte recuerda que la futura Ley de Seguridad
Privada procederá a aumentar los controles de estos vigilantes, lo que supondrá
un incremento de la calidad profesional de estos trabajadores, según explica un
portavoz. “Se les va a exigir que los profesionales que lleven arma tengan más
formación”, añade este portavoz.