viernes, 3 de agosto de 2012

Escandalosa selección para ser Vigilante en Londres 2012


Así preparan a los agentes de seguridad de los Juegos de Londres: «¿Cuál es agua y cuál es vodka?»
Una periodista de ABC se infiltra en el escandaloso proceso de selección al que se han sometido los 7.000 agentes de seguridad contratados a la carrera por la compañía G4S
Fuente: abc.es - ANA MELLADO / SERVICIO ESPECIAL LONDRES Día 27/07/2012

La prensa británica informaba estos días de que los aspirantes a «segurata» en los Juegos Olímpicos podían repetir y repetir la misma pregunta hasta acertar la respuesta y conversar con otros «alumnos» durante las pruebas sobre el manejo de los escáneres que, presuntamente, servirán para detectar la presencia de explosivos. Un escandaloso proceso de selección para una función clave en la estrategia de seguridad que no hace más que confirmar lo que percibíamos ya en febrero. «¿Quieres formar parte del gran evento del año?». Entre puestos de camareros, repartidores de propaganda y niñeras sobresalía una oferta poco común en las páginas de Gumtree, una archiconocida web entre los jóvenes sedientos de trabajo afincados en Londres. La empresa G4S buscaba personas para integrar el equipo de seguridad de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Ser mayor de 18 años y poseer el derecho legal para trabajar en el Reino Unido eran los únicos requisitos exigidos. Todo aquel que enviaba el currículum recibía una citación de manera inmediata.

El 14 de febrero, poco antes de las diez de la mañana, estábamos un paso más cerca de formar parte de esa Historia. Nada más abandonar la estación central de Stratford, un reguero de personas dubitativas se dirigía hacia un mismo lugar. Todos llamaban a un telefonillo en las verjas que dan acceso a los recintos de G4S, en la calle Pitchford. En una inmensa nave, varios jóvenes ataviados con camisetas con el logo de la compañía dan la bienvenida a los aspirantes a «blindar» la Villa Olímpica. Más de cien personas, en su gran mayoría inmigrantes, esperan impacientes a ser llamadas y entregar la documentación: pasaporte, número de la seguridad social inglesa, una carta que acredite la dirección y detalles de la cuenta bancaria.
El espectro de los allí citados era muy diverso. A primera vista, pocos de ellos presentaban, desde luego, la complexión que se espera de un vigilante de seguridad. Me incluyo. La entrega de documentación era sólo el primer paso de un largo y tedioso proceso con incontables aspirantes. Solo la espera para acceder a los ordenadores donde debías rellenar un formulario y dar referencias de antiguos jefes superaba la hora y media. A muchos les costaba comprender cómo introducir sus datos. Otros, simplemente, no hablaban ni una palabra de inglés.

Por fin, la gran entrevista. «¿Qué sabes de G4S? ¿Por qué quieres trabajar para los JJ.OO.? ¿Cuáles son las bases de un buen trato al cliente?». Cualquier respuesta parecía satisfacer al joven entrevistador. Le seguía la parte más ardua, en principio, del proceso de selección: el test visual y olfativo. El primero consistía en leer las letras ubicadas en un panel a varios metros de distancia, como en el oculista. Comencé a titubear tratando de descifrar lo ilegible para una vista afectada por casi tres dioptrías y el estuche de las lentillas en casa. Pero, tras fallar en repetidas ocasiones y acertar solo la primera línea con una caligrafía de tamaño mayúsculo, fui informada de que había pasado la prueba. El examen olfativo consistía en diferenciar el líquido de dos vasos de plástico. Uno con agua y el otro con vodka. La obviedad de la respuesta rozaba en este caso lo absurdo. «Esto es vodka», dije, mirando a un satisfecho examinador.

Contratación de última hora
Sólo quienes no habían podido entregar toda la documentación requerida al principio se habían quedado en el camino. Cinco horas después, prácticamente todos los citados seguíamos dentro. Habíamos conseguido colarnos en el equipo que custodiaría los Juegos de Londres 2012. La industria de la seguridad privada forma parte de las llamadas empresas de servicios «just in time». De la misma manera que la producción de manufacturas –muñecas «made in China» o componentes de automóvil- se ajusta al máximo a la cadena de montaje y distribución, compañías como G4s –que emplea a un ejército de más de 600.000 vigilantes en todo el mundo- seleccionan y entrenan a personal de seguridad así, «justo a tiempo». Solo que esta vez apuraron demasiado.
G4S recibió un contrato de 360 millones para encargarse del componente privado de la seguridad en gran parte de las 36 sedes olímpicas. En diciembre, tras la realización de varios ensayos y simulacros, el Gobierno duplicó el número de efectivos necesarios para blindar los Juegos hasta 23.700 guardianes, de los que G4S debía aportar 13.700. A dos semanas de la ceremonia inaugural, la empresa líder del sector reconocía que no podría reclutar a tanta gente «a tiempo». Finalmente, las autoridades cuentan con unos 7.000 vigilantes de G4S, que ocuparán sus puestos a partir de hoy bajo fuertes sospechas sobre su preparación. En paralelo a la deserción privada, el Gobierno incrementaba el contingente militar desplegado de 11.500 a 17.000 uniformados, y hasta los 18.200 en estos últimos días. Así, tras el fiasco de G4S, el clima en el Parque Olímpico ha adquirido, precisamente, el aspecto de operación militarizada a gran escala que el Reino Unido quería evitar a toda costa.