Vigile a ese conductor
Tras el
accidente de Loranca, Metro ordena al personal de seguridad que controle quién
viaja en las cabinas. Los trabajadores critican ‘la caza de brujas’
Fuente: ccaa.elpais.com
- PILAR ÁLVAREZ Madrid 19 AGO 2012
“Yo misma he ido con el conductor”. Josefa
Marín, víctima de la última restructuración de personal de seguridad, ha subido
en las cabinas de Metro al lado del maquinista más de una vez. Antes de dejar
la empresa, estuvo destinada en andenes y en depósitos como el de Loranca,
donde fallecieron el pasado 7 de agosto un mando de Metro y una au pair menor
de edad en un choque contra un talud de seis metros de alto. Vestida de
uniforme, la vigilante controlaba de cerca a los carteristas, se encargaba de
desalojar a mendigos por la noche y caminaba pasillo arriba, pasillo abajo a
disposición de cualquier viajero. Desde el 13 de agosto, sus compañeros tienen
también que vigilar a los conductores, echar un ojo a las cabinas para
controlar si viajan solos o si alguien les acompaña junto al sillón de mando.
“Nos utilizan para todo”, se queja Marín, que también es representante
sindical. “Este trabajo no tiene nada que ver con la seguridad del viajero”.
Aún no ha
trascendido la versión oficial de lo que ocurrió en la cabina de casi nueve
metros cuadrados del coche M-8403 en la que José Manuel Pérez viajaba con su
mujer Rosa María S., su hijo de cuatro años y la niñera suiza Jeanne A., de 17
años, que fue enterrada esta semana en Neuchâtel, un cantón de la zona francesa
de Suiza, después de que sus padres viajaran a Madrid para repatriar el
cadáver.
Pérez, con 12
años de antigüedad en Metro, ocupaba desde el pasado enero un cargo intermedio
en el organigrama: gerente de Mantenimiento de Ciclo Corto. Las tres investigaciones
abiertas tendrán que aclarar por qué el tren no frenó, qué pasó en la cabina
para que no se accionaran o no surtieran efecto ninguno de los cuatro sistemas
de frenado con los que cuenta el cuadro de mandos. Lo que nadie discute dentro
de la empresa pública es que los acompañantes del gerente no deberían haber
estado ahí: Metro prohíbe de forma tajante a personal ajeno el acceso a las
cabinas, esas a las que la vigilante recién retirada asegura que es tan fácil
entrar.
La empresa asegura que ha puesto en marcha
un sistema de control vigilante-conductor porque no sabe si se cumplen sus
normas. La nueva medida, transmitida de forma verbal al personal de seguridad,
ha molestado a los conductores, que lo consideran “una caza de brujas”, y a los
vigilantes, que no quieren verse convertidos en “chivatos”. “Esto genera conflictos con el personal
de Metro, la mayoría de los empleados de seguridad intentarán escaquearse”,
asegura Juan Antonio Bejarano, coordinador delegado de Altenativa Sindical, una
de las centrales principales de seguridad en el suburbano. “Si no lo hacen los
echan, así que bajarán a los andenes pero mirarán para otro lado”, añade.
Los vigilantes de Metro (unos 1.500
trabajadores de empresas subcontratadas, según estimaciones sindicales) tienen
que dar parte si hay intrusos en la cabina, anotando el número de matrícula del
tren. Una portavoz de Metro explica que han incluido esa nueva tarea en su
ronda de andén (los vigilantes dividen su tiempo de trabajo entre el control de
la zona de vías y el de los vestíbulos) para comprobar “si se cumple o no la
normativa interna” a raíz de lo ocurrido en Loranca. También han distribuido por las cabeceras
de las líneas una circular antigua, fechada en 2007, que recuerda más de lo
mismo. Uno de estos folios, colgado en Pinar de Chamartín señala la prohibición
de ir en cabina “con carácter general” a “cualquier persona distinta” de las
específicamente relacionadas con la conducción y circulación de trenes. Pueden
viajar con el conductor, sin necesidad de un permiso especial, el técnico de
línea, el jefe de línea “y demás superiores jerárquicos”. Y tendrán que avisar
previamente aquellos otros empleados que, “por circunstancias debidamente
justificada” necesiten acceder al habitáculo, como personal de mantenimiento y
vigilancia.
Las órdenes no han gustado ni a los
vigilantes ni a los vigilados. Lo consideran una “caza de brujas”, según los
sindicatos. Tras el accidente, las centrales pidieron que se mejorara la
normativa de seguridad “consensuada con los trabajadores” y una revisión de la
política de nombramientos de los cargos del organigrama. Pero no esperaban que
los controles se centraran en ellos. “¿Para qué quieren vigilar a los
trabajadores? Que entren en los despachos de los gerentes”, sugiere Teodoro Piñuelas,
de UGT Metro. Una fuente del Sindicato de Conductores, mayoritario entre los
maquinistas, considera esta orden “miserable” por “el intento de
criminalización”. “Es como si nos quisieran echar la culpa”, añade el conductor
veterano, que pide anonimato. También hay quien se lo ha tomado con humor.
Solidaridad Obrera repartió el viernes un aviso entre los viajeros: “¡¡Cuidado
con las carteras en el metro!!”. “En vez de asumir responsabilidades cesando a
quienes nombraron al directivo fallecido”, señalan en el pasquín, Metro quiere
“hacer un listado de conductores que vayan acompañados de otros trabajadores en
la cabina”. “Los carteristas campan a sus anchas mientras tanto haciendo su
agosto”, prosigue el texto que da un consejo a los usuarios: “Tengan especial
cuidado de sus pertenencias”.