viernes, 19 de octubre de 2012

ESABE ¿ Cuántos podríamos resistir Tanto ?


Lo peor que ha pasado en el sector, tanto  por su alcance como por el origen, ha sido, sin lugar a dudas, el suicidio del compañero de ESABE – Pepe- llevado por la  desesperación ante la precariedad de su situación económica motivada por muchos meses de impagos de nóminas. Diez meses para ser exactos. ¿Cuántos de nosotros podría resistir tanto? …Una vergüenza que se podía pensar  propia de otras latitudes, aunque no por ello, menos execrable.

Pese a que algunos clamamos en el desierto por lo que supone esta “práctica”  de la empresa de Juan Prados Pino, en tanto en cuanto, no significa otra cosa que  someter a los vigilantes a un daño económico y psicológico de graves consecuencias, hasta el momento, parece que “nadie” tiene lo que hay que tener para dar el corte a este escándalo. Así las cosas, hemos topado, una y otra vez, con la indolencia del Ministerio del Interior, con  la indiferencia interesada del resto de la Administración -principal cliente de ESABE-, y con el desinterés de la patronal  de seguridad privada.

Con instituciones débiles y con políticos “neoliberales” de escasa conciencia social, para los que la ley tiene un único artículo,- el ya conocido “sálvese quien pueda”-, la alegre conducta del “empresario” Juan Prados sólo responde a un claro síntoma: hasta donde hemos dejado crecer el “todo vale” del mercado de la seguridad privada, a pesar de que, a diario, vemos cómo se está haciendo menguar todos los derechos básicos de los trabajadores a la par de la calidad del servicio contratado…

La tragedia de Pepe podía haberse evitado. Eso es lo lamentable. Con unas mínimas exigencias a la hora de la contratación de la seguridad. Por eso se dirigió una carta al Ministro del Interior, Fernández Díaz, el pasado agosto. Para que diera el paso al frente  e hiciera lo que tiene que hacer frente a las “irregularidades” de ESABE ya que es él, y no otro, quien tiene todas las competencias sobre la seguridad privada.

Y, aunque se suele decir que es en los fracasos donde más se aprende, parece ser que, el Sr. Ministro, se ha puesto orejeras y no hay nadie que le cambie el paso. Precisamente, en estos momentos en que los políticos, y todo lo que les rodea, están en el punto de mira de una sociedad demasiado cabreada para aguantar más “ligerezas”, es cuando hace falta  que el Ministro del Interior tome nota de la temperatura, actúe en consecuencia y de ejemplo de transparencia, de coherencia. En definitiva, que dé la cara frente al sector y nos cuente a los 85.000 vigilantes cómo pretende prevenir y sancionar conductas como las del empresario  Juan Prados que son definidas como delitos por la ley y que se ha cobrado ya la vida de un trabajador. Sobre todo, que nos explique cómo se ha llegado a este punto.

Pero, por si la ineficacia del Ministerio del Interior  no fuese  suficiente,  viene  además, chapoteando en el  fango de ESABE,   el mismísimo Ministerio del Trabajo para dar la ultima estocada. Me refiero, al anuncio del BOE  donde se comunica que ha sido infructuosa la notificación de  sanción a la empresa de Juan Prados Pino por “desconocer” la domiciliación fiscal de Esabe ¿¿¿??? Algo no cuadra. Tantos años trabajando los vigilantes de Esabe a las puertas de la Inspección de Trabajo ¿no son demasiados para descubrir de pronto que la dirección de la empresa de seguridad contratada es desconocida para la Inspección? Sólo una reflexión: ¿Cómo vamos a superar la crisis si todos somos así de tontos?

Está claro que, cuando no te tomas en serio a los trabajadores, suceden cosas tan surrealistas como esta… una bofetada en la mejilla (ya bastante dolorida) de una plantilla que trabaja por  algo más que por pura vocación…Porque, a estas alturas, el asunto tiene trazas de que los únicos que tienen derecho a percibir su sueldo a final de mes, son los ministros y aledaños. Y eso, que es evidente, que la política tiene una componente vocacional bastante gruesa…será que la vida está llena de contradicciones.

Desde luego, aunque a estas alturas ESABE es prácticamente la hebra deshecha de un ligamento roto, no debemos olvidar todos los responsables de que la impunidad con que actuan sus directivos tiene y tenía  muchas vertientes…Sobre todo, para que la historia no se repita con SEQUOR. Por ejemplo, aquellos sindicalistas que juraban  y perjuraban que ESABE pagaba sagradamente a la plantilla ante las denuncias de los compañeros de CCOO en los Juzgados e Inspección de Trabajo con el único fin de dar oxígeno a la empresa…  ¿pueden ahora dormir tranquilos? ¿Pueden aguantar mirarse al espejo sin vomitar? Si siempre se ha sentido recompensados por el esfuerzo continuado, a la hora de mentir estos “representantes de los trabajadores” han batido todos los records  imaginables, por lo tanto, ¿cuál habrá sido la recompensa?

En cualquier caso, sabemos que lo que los vigilantes necesitamos en estos tiempos tan jodidos, es que se abra una puerta de esperanza. Que alguien detenga el rodillo  de los escándalos empresariales que nos deja la sensación de que el futuro es aún más negro y peligroso que el presente. Por ello, el aliento al cuello del Ministro del Interior es para insistir que se ejerza control sobre las empresas que navegan en la ilegalidad a cargo de los bolsillos de los vigilantes.

Porque la situación es tan grave que, tarde o temprano, se llevará por delante a todos los que trabajamos en el sector, por lo tanto, ¿ No está tardando una gran movilización de la seguridad privada frente al Ministerio del Interior, convocada por todos, sin distinción de siglas?.

Aquí la alternativa es clara: podemos seguir callados, mirando como el sector cae  infinitamente, o podemos tomar conciencia de que  todos debemos exigir una salida que nos permita recuperar la esperanza y mirar de frente el futuro.

Compañeros,  nadie puede permanecer al margen de  lo que está sucediendo en Esabe y Sequor. Es la indecencia llevada a su máxima expresión. Hay que pedir el justo castigo contra la perversión empresarial que se ha cobrado la vida de un vigilante. No podemos abrazar la tesis empresarial mayoritaria de que el suicidio es un asunto privado y que no tiene nada que ver con la empresa pues, según ellos, no gestionan ni la emoción ni los trastornos psíquicos, sino números y objetivos que alcanzar. No actuar a partir de ahora significaría que todos somos, en realidad, culpables del desgraciado suicidio del compañero de Sevilla. Es abandonar, nuevamente, a un compañero que hizo lo que pudo por cumplir con  el peor servicio que nos podamos imaginar. Es abandonar nuestra propia suerte en manos de empresarios sin escrúpulos.