Denuncian
agresiones y amenazas en un complejo comercial de Portugalete
Un vigilante de seguridad
recibió un mordisco cuando procedía a detener a una mujer que, al parecer,
intentó robar en una tienda
Fuente:
elcorreo.com - AIDA M. PEREDA - 27 septiembre 2015
Acaba
de reincorporarse a su trabajo, pero tras 14 años realizando labores de
seguridad ya no ve su vocación tan clara. «Hasta ahora me gustaba lo que hacía,
pero ya no, porque veo que los delincuentes son impunes y hacen lo que les da
la gana», critica un vigilante de seguridad del centro comercial Ballonti de
Portugalete tras ser agredido por una joven de 18 años a la que interceptó tras
intentar robar en una tienda.
Los
vigilantes consideran que no deben patrullar solos, sino en pareja. Detalle del
mordisco que recibió uno de ellosLos vigilantes consideran que no deben
patrullar solos, sino en pareja. Detalle del mordisco que recibió uno de ellos
/ PEDRO URRESTI
El
pasado 12 de septiembre, hacia las siete de la tarde, las dependientas de una
conocida cadena de ropa alertaron al personal de seguridad de la presencia en
su local de dos mujeres de etnia gitana que metían prendas en una bolsa con
actitud sospechosa. Como en ese momento él se encontraba atendiendo a una
señora que había perdido a su hija, acudieron dos de sus compañeros. Las
presuntas ladronas echaron a correr, cada una en un sentido, y al verlo, este
vigilante atrapó a una de ellas en plena huida. «Me dio golpes y patadas, me
arañó en el brazo y se me abalanzó enganchándome con sus dientes a la altura
del pecho. La camisa quedó rota y llena de sangre», detalla, mientras muestra
la huella del mordisco.
Tras
zafarse de ella «a base de empujones», la mantuvo retenida a la espera de que
llegase la Ertzaintza. «Durante los 25 minutos que tardaron en venir recibí
todo tipo de insultos. Me dijo que su marido iba a venir a buscarme para
matarme a mí y a mi familia y me deseó la peor muerte del mundo», relata. Ya en
presencia de la autoridad policial, denunció las lesiones y amenazas sufridas,
pero los agentes únicamente identificaron a ambas mujeres y las acompañaron a
la salida. «Encima se marcharon riéndose, diciendo que me quedaba con el
mordisco de una gitana de recuerdo», se lamenta. Durante los diez días que ha
estado de baja por accidente laboral ha recibido curas médicas y ha tenido que
vacunarse contra el tétanos y la rabia y someterse a un análisis de sangre para
descartar el contagio de otras enfermedades.
«Cualquier
día puede ocurrir una desgracia de las gordas», denuncia Endika Bernaola,
representante legal del CISPE, el Colectivo Independiente de Seguridad Privada
de Euskadi, que advierte de que la única solución es que el centro y la empresa
de vigilancia contratada refuercen el servicio de seguridad con más personal.
«Ningún vigilante debería patrullar solo, sino en pareja. Aquí, cada uno está
en una punta y les piden que se muevan mucho para que parezca que son más»,
critica. Asimismo, solicita que los trabajadores reciban formación en
prevención de riesgos y defensa personal.
Hurtos
frecuentes
Según
ha podido saber este periódico, poco después de que este vigilante fuese
agredido, una banda de Europa del Este robó 600 euros en calzado en otro local.
Los agentes detuvieron a uno de los implicados, en busca y captura. «Nadie
quiere venir a trabajar aquí. Un sábado cualquiera puede haber como mínimo
entre 7 y 10 denuncias de robos en tiendas y sustracciones de móviles y
carteras. Esto no ocurre con esta frecuencia en ningún otro centro comercial de
la zona», indican.
Las
agresiones e insultos a los dependientes también están a la orden del día. Hace
cinco meses otro vigilante requirió asistencia médica por recibir un mordisco
en un dedo tras defender a una vendedora que fue arrastrada y pateada por un
grupo de ladronas. «Hay personal de las tiendas que ha recibido amenazas y no
hablan por miedo», advierten. Por su parte, la dirección del centro comercial
asegura no estar al tanto de este tipo de amenazas y agresiones y señala que
«el volumen de hurtos o incidencias similares, inevitables en complejos en los
que entran miles de personas a diario, no ha experimentado un aumento
significativo».