Horas extra: el mayor robo de la historia
El 58% de las horas extraordinarias que
se trabajaron en España cada semana durante el segundo trimestre de 2015 no han
sido remuneradas. Las horas extra son un modelo que precariza las condiciones
laborales y fomenta el desempleo.
Fuente:
diagonalperiodico.net -Jose Durán Rodríguez- 30/09/15
Edición impresa
Cada semana
se realizan en las empresas españolas más de seis millones y medio de
horas extraordinarias, aquellas que se trabajan por encima de la
duración máxima de la jornada fijada en el convenio colectivo o en el contrato.
Tiempo hurtado al descanso, a la lectura, a la compañía y cuidado de las
personas queridas, a pasear, a escuchar, al juego, a hacer el amor, a vivir.
Tiempo entregado, y aquí está lo más sangrante, sin apenas compensación en gran
parte de las empresas: casi cuatro millones de esas horas extraordinarias
semanales son impagadas.
Concretamente,
cada semana las plantillas 'regalan' 3.904.100 horas extra a las empresas,
impagadas según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)
correspondientes al segundo trimestre de 2015.
Desde
la reforma laboral de 2012, las personas contratadas a tiempo
parcial también pueden realizar horas extra, en una maniobra
que da manga ancha a la empresa, según explica aDiagonal José
Luis Carretero, profesor de Formación y Orientación Laboral: "Se están
utilizando las horas extra como si fueran obligatorias, así como se están
utilizando igualmente las llamadas 'horas complementarias', lo que permite
alargar las jornadas de los trabajadores a tiempo parcial hasta la jornada
ordinaria a tiempo completo y utilizar a los trabajadores de manera flexible
para evitar contrataciones y mantener una plantilla inferior a la que realmente
sería necesaria. Teniendo en cuenta que muchas de estas horas no se pagan, sino
que se compensan con descanso, en el mejor de los casos, lo cierto es que la
flexibilidad de uso de mano de obra en cuanto al tiempo de trabajo que
consigue el empresario es casi total".
Para Pablo
Agustín Villén, secretario de acción sindical de CNT Aragón-La Rioja, las horas
extraordinarias son en la actual coyuntura un mecanismo para variar ritmos de
trabajo y conseguir una producción "a la carta". En su opinión,
persigue un doble objetivo: ahorro para los
empresarios, al evitarles contrataciones que de otro modo serían
imprescindibles, y precarización del mercado de trabajo, por cuanto contribuyen
a una mayor tasa de desempleo.
El Estatuto de los Trabajadores fija en ochenta el número máximo de horas extraordinarias
que se pueden hacer al año y señala el carácter voluntario de
su prestación, algo que Sira del Río, ex secretaria confederal de la Mujer en
CGT, cuestiona con firmeza: "Hay una absoluta coacción por parte de las
empresas y la amenaza de no renovación del contrato o del despido directamente
siempre pende sobre una negativa a realizar horas extraordinarias, incluso de
forma gratuita. Por otro lado, la precariedad de los salarios hace que estas
horas, cuando se pagan, se vivan como un complemento imprescindible para llegar
a fin de mes".
Mucho más por menos
La
trascendencia de las horas extraordinarias es especialmente significativa en un
mercado laboral asolado por el paro y en el que la contratación a tiempo
parcial se ha impuesto como modelo. El informe Análisis de las horas de trabajo y la
jornada laboral en España 2008-2014, realizado
por la central sindical UGT y publicado en enero de 2015, abunda en datos sobre
la evolución de la jornada durante este periodo de crisis y recesión.
Así, en los
últimos siete años, el empleo a jornada completa ha descendido en número de ocupados y en horas
trabajadas, mientras las dos variables a tiempo parcial han mostrado aumentos.
En el tercer
trimestre de 2014 el mercado laboral contaba con 3.378.100 ocupados menos y
108.233.600 horas de trabajo efectivas menos que en el tercer trimestre de
2008. Esto supone caídas en ambos indicadores superiores
al 18%. En el caso del tiempo parcial, para el mismo periodo, se produjo la
tendencia contraria: aumentó el número de empleados (325.700
ocupados más, un 14,2%) y también de horas trabajadas a tiempo
parcial (4.685.600 más, un 12,9%).
Si descienden
el número de personas ocupadas a tiempo completo y las horas efectivas
trabajadas mientras aumentan las medias jornadas y se permite que con éstas se
realicen horas extraordinarias, la relación entre ambas situaciones se explica
por sí misma. Si, además, las extras no se pagan, obtenemos la perfecta cuadratura del círculo que han logrado
las patronales.
Más de la
mitad, en torno al 56%, de asalariados que efectuó horas extra en 2014 no las cobró, mientras en 2008 esto le sucedía a una
proporción muy inferior, a un 35%.
Del total de
horas extraordinarias que realizaron las plantillas el año pasado, prosigue el
informe, un52% no se remuneraron. Un peso que ha crecido 14 puntos
desde 2008. En la otra cara, las horas extra pagadas han perdido ese mismo peso
en este tiempo.
Por sectores
de actividad y ocupación, según la estadística del INE, las horas
extraordinarias en 2015 se concentran en técnicos y profesionales científicos e
intelectuales; trabajadores de los servicios de restauración, personales, protección
y vendedores, técnicos y profesionales de apoyo. Comercio, industria
manufacturera y hostelería son áreas en las que las horas
extraordinarias no lo son tanto, sino que se trata de la jornada
habitual.
El informe de
UGT señala que el cambio más visible respecto a 2008 en cuanto a la
implantación de horas extra se produce en la construcción, que pasa de una
proporción en el conjunto de los sectores del 10,6% al 4,3%.
En cuanto al
porcentaje de horas extraordinarias no pagadas en cada sector, destacan las actividades inmobiliarias (el 100% de las
horas extra realizadas son no remuneradas), financieras y de seguros (el 92,8%)
y la educación (el 86,8%).
Del Río
recuerda que "según algunas fuentes, si se eliminaran sólo las horas extra
que no se pagan se podrían crear 75.000 empleos. Es una cifra absolutamente
escandalosa. Si añadiéramos las horas extra pagadas, el número de empleos que
podrían crearse sería mucho mayor".
¿Qué hago si me
obligan a echar horas extra?
La denuncia a la Inspección de Trabajo cuando
se superan las ochenta horas extra anuales y la reclamación
de cantidad por vía judicial en el caso de las impagadas son
los caminos para hacer frente a unos abusos que se producen habitualmente
mediante amenazas para llevar a cabo algo que, sobre el papel, es voluntario.
El miedo, siempre presente en las
relaciones laborales.
"La
facilidad que tienen las empresas para llevar adelante estas represalias se
puede contrarrestar si la negativa del trabajador o trabajadora a realizar las
horas extraordinarias se realiza de tal modo que queden pruebas de ello, por
ejemplo si se hace por escrito y con acuse de recibo, algo a lo que no estamos
acostumbrados ya que solemos comunicarnos de manera preferentemente verbal con
nuestros superiores, y que sería bueno generalizar", recomienda Agustín.
Carretero
apela a la acción conjunta y a una reorientación sindical para revertir la
implantación de las horas extraordinarias. "Se necesita que la plantilla
actúe como una piña y se niegue a realizar horas extraordinarias no
obligatorias. Además, los sindicatos deben intentar evitar pactar horas extra
estructurales en los convenios, como han venido haciendo los mayoritarios. Eso
implica un contrapoder sindical fuerte que pueda obligar a mantener la
estabilidad laboral de los trabajadores que no realizan las extras y que, a la
hora de negociar el convenio, se centre en la creación de empleo indefinido y
con garantías, evitando las contrataciones precarias y la sustitución de
trabajo estructural por estudiantes en formación".
En bancos
como Santander o Sabadell ya ha habido experiencias judiciales y
acción sindical encaminada a reducir las horas
extraordinarias. En Zaragoza, CNT ha demandado mediante conflicto colectivo a
la fundición Alumalsa "porque desde 2013 viene obligando a toda persona
que contrata a firmar una cláusula de obligatoriedad en la realización de las
horas extraordinarias, suprimiendo su carácter voluntario", explica
Agustín.
¿Y las autoridades laborales?, ¿cuál es su papel en esta
historia?, ¿no deberían intervenir para impedir las horas extra teniendo
en cuenta la altísima tasa de desempleo? La respuesta es que ni están ni se las
espera. Carretero considera que las instituciones traicionan su función de gestoras de las
condiciones de la fuerza de trabajo "para establecer un mercado
laboral business friendly. En el Derecho es tan importante el texto
de la ley como sus lagunas, o lo que se hace cumplir de facto y lo que
no".
Por su parte,
Agustín asegura que "se permite la realización de horas extraordinarias
por la misma razón que se permiten los ERE en empresas que no tienen pérdidas,
por la misma razón que se permite el despido libre, llamado improcedente en
nuestra legislación, y que valida la posibilidad de cesar a un trabajador sin
ningún motivo con tal de indemnizarle, etcétera. Es decir, esta permisividad
por parte de las instituciones no es casual sino intencionada, y responde al
modelo social que se pretende implementar, ahondando en la supresión de derechos
históricamente alcanzados por la clase trabajadora, y poniendo siempre la
maximización de beneficios por parte del empresario por encima de cualquier
atisbo de dignidad y calidad de vida entre la mayoría social que componemos las
trabajadoras".
Las horas o la vida
Quedarse a
echar unas horas extra afecta de manera distinta a ellas y
ellos. Una desigualdad que no es sino consecuencia de la brecha de género existente en un mercado laboral
en el que hay diferencias salariales para el mismo empleo y que se enmarca
en un contexto más amplio: quién realiza las tareas para hacer sostenible la vida, más allá del trabajo.
"Aunque
se va avanzando, las mujeres nos seguimos haciendo cargo de forma
absolutamente mayoritaria de las tareas de cuidados y vinculadas a la
sostenibilidad de la vida, por lo que la realización de horas extra, las que se
realizan en el empleo, es muy difícil. Esta falta de disponibilidad, que tiene
que ver con las tensiones inherentes a dos lógicas antagónicas, la de los
cuidados y la de los mercados, siempre se saldará en contra de las
mujeres", opina Del Río, quien recalca que la organización de la sociedad
se hace en torno a las necesidades de los mercados y no de
las personas.
Agustín añade
que las extra tienen una repercusión diferente porque
"en las mujeres se acentúa la falta de voluntariedad real en su
prestación, ya que es más fácil que una mujer cobre un sueldo insuficiente para
cubrir sus gastos, como también lo es que se encuentre en una situación
contractual precaria que la convierta en presa especialmente fácil de las
represalias empresariales".
Grandes hurtos de
la historia
El asalto al tren de Glasgow por Ronnie Biggs en 1963, la multimillonaria
estafa de Bernard Madoff a inversores de Wall Street o el engaño de las
preferentes en las cajas de ahorro españolas son ejemplos de robos
espectaculares que, sin embargo, pueden palidecer ante lo que se suponen las
horas extraordinarias, en silencio y sin grandes titulares. ¿Se puede hablar
del mayor latrocinio de la historia?
Para Carretero, "el trabajo asalariado ya es el mayor robo de la
historia por sí mismo. Las horas extra son una manera de llevar la dinámica
inmanente del trabajo asalariado, la explotación, a una dimensión ampliada. Es
una forma de huir del convenio y de la normativa legal sobre la extensión del
tiempo de trabajo, buscando ampliar la plusvalía absoluta mediante el aumento
de la jornada laboral".
En opinión de Agustín, "las horas extraordinarias son un gran robo que
actúa provocando un círculo vicioso, toda vez que contribuyen al aumento del
desempleo, éste presiona los salarios a la baja, y los bajos salarios hacen que
los trabajadores nos veamos más presionados o incluso necesitados de realizar
más horas extraordinarias. Ahora bien, el mayor robo que sufrimos no se resume
en un único concepto tan concreto como las horas extraordinarias, sino que
deben entenderse dichas horas como una pieza más de un conjunto institucional y
legislativo dictado a la carta para la clase empresarial, y para la
maximización de beneficios a costa de quienes realmente producimos".
Del Río prefiere apuntar a esas otras horas extra que no se suelen tener en
consideración: "Quizás para mí el mayor robo de la historia es que han
conseguido ocultarnos que debajo de todo esto de lo que estamos hablando, del
empleo, hay millones y millones y millones de horas de trabajo no remunerado
dedicado a la sostenibilidad de la vida, que es el que realmente mueve el
mundo".