“El pasajero estaba tan fuera
de sí que le ha arrancado la oreja como podía haberlo matado”
- Un usuario se niega a bajar del tren en la estación de Adif de Lezo-Errenteria, muerde violentamente a un vigilante y reduce a dos ertzainas antes de ser arrestado por ocho agentes
- “Vive para contarlo porque si le ataca en otra zona vital ahí se queda”, denuncia un compañero
Fuente: noticiasdegipuzkoa.eus
- JORGE NAPAL - Martes, 25
de Junio de 2019 –
Imagen de perfil de Fran, el vigilante
de seguridad que perdió un trozo de oreja tras ser agredido por un pasajero que
fue detenido.
DONOSTIA- Fran está
hecho polvo, tanto física como emocionalmente. Su cuerpo debe recuperarse de
las heridas, y su mente debe trabajar duro estos días para hacerse fuerte. No
debe ser fácil asimilar que un pasajero de tren fuera de sí, a quien se conmina
en diferentes ocasiones a deponer su actitud violenta, te arranque de cuajo un
trozo de oreja. Fran tuvo que mediar porque el varón había reducido a dos
ertzainas. El vigilante de seguridad, que en principio había llamado a la
policía para calmar los ánimos, se vio obligado a intervenir, para recibir
finalmente la dentellada.
El vigilante
está acostumbrado a los desmanes de tantos usuarios, pero lo ocurrido el
domingo en la estación de Adif de Lezo-Errenteria fue tal explosión de
agresividad que tardará algún tiempo en olvidar. “Tiene el cuerpo hecho polvo y
hoy (por ayer) debe ir a interponer la denuncia personalmente. En la empresa
nadie le va a acompañar, y repasar todo lo ocurrido se hace muy duro, más aún
cuando no cuentas con el respaldo necesario”.
Fran ayer no estaba con cuerpo ni
ganas para atender a este periódico y es Alfonso Hernández quien habla,
compañero de trabajo del agredido, que también está de baja por las secuelas de
otro altercado en el trabajo. Los empleados de empresas de seguridad están en el
punto de mira. Los integrantes de este colectivo, con un sueldo base que no
llega a los mil euros, saben que en cuanto se ponen el traje de faena corren
peligro. “¿A nosotros quién nos protege?”, protestan, cansados de tanta
conducta disruptiva.
HACIA IRUN
El tren llegó a
la estación de Adif de Lezo-Errenteria a las 15.15 horas del domingo. En él
viajaba el arrestado, que se trasladaba hasta Irun. Los problemas comenzaron a
partir de ese momento, cuando el tren finalizó su trayecto y todo el mundo
bajó. Todos, menos él. El maquinista revisó el interior del convoy y lo observó
sentado. La comunicación entre ambos no fue fácil porque el usuario no hablaba
castellano.
Apenas
chapurreaba un inglés prácticamente incomprensible. Y a partir de ahí, la
tensión que va en aumento: le dice que tiene que bajarse. A pesar de que la
conversación no es ni mucho menos fluida, queda meridianamente claro que el
pasajero no tiene ninguna intención de hacerlo.
Según testigos
presenciales, “el maquinista se marchó y avisó al responsable de taquilla. Le
dijo que había una persona que no hacía caso y este se lo comunicó a Fran, el
vigilante de seguridad que en ese momento realizaba labor de custodia en la
estación”. Tanto Fran como el responsable de taquilla comprueban que el pasajero
porta un billete. Le dicen que no hay ningún problema, salvo que el tren ha
llegado a su destino y que para continuar hasta Irun tiene que bajarse para
hacer el transbordo.
A partir de
ahí, ante la insistencia para que cambie de andén, el hombre se enroca y
comienza a mostrar un comportamiento más y más violento. “Fran actuó bien
porque al ver su actitud le dijo al de taquilla que tenían que irse, que el
pasajero no atendía a razones”, explica su compañero.
El vigilante,
que trabaja para la empresa Prosetecnisa, que presta el servicio de seguridad
en las estaciones de Adif en Gipuzkoa, llamó a la Ertzaintza. Poco después se
personó una patrulla.
Dos agentes
entraron al vagón, y volvió a repetirse la misma escena. Que debía bajar, y él,
erre que erre, que de eso nada. “En el momento en el que los dos agentes le
fueron a levantar del asiento para hacerle bajar se abalanzó sobre ellos, los
redujo, y a uno le empezó a golpear”, según el relato de testigos presenciales.
OBLIGADO A INTERVENIR
Es en ese
momento cuando Fran, discretamente apartado y adoptando un segundo plano para
dejar actuar a los agentes, se ve obligado a intervenir para salir en su
defensa. “El pasajero entonces se revolvió y le mordió la oreja, lo primero que
pilló, como podía haber sido un ojo o la yugular. Lo podía haber matado. Daba
igual. Estaba fuera de sí”.
El resultado de
todo ello: además de la oreja afectada, marcas de dos dentelladas en el cuerpo
que traspasaron su ropa de trabajo.
Poco después
llegaron más patrullas. Según los testigos, entre ocho er-tzainas se las vieron
y desearon para reducirlo y engrilletarlo. Un mando de la Ertzaintza llamó para
agradecer la intervención del agente de seguridad, “porque si no llega a ser
por él, a uno de los ertzainas lo mata”.
El vigilante de
seguridad y los dos agentes tuvieron que ser atendidos en un centro sanitario.
El agresor fue detenido por un delito de atentado contra agentes de la
autoridad y lesiones, y ayer por la tarde pasó a disposición judicial.
UGT mostró su
solidaridad con los ertzainas y el vigilante, y pidió que el ataque a este
último sea considerado también como “agresión a agente de la autoridad”, según
establece la Ley de Seguridad Privada.
Alfonso
Hernández, con casi cuatro décadas de profesión a sus espaldas, aseguraba ayer
que los episodios violentos en la zona de Errenteria son continuos. “No se
puede generalizar. Los agresores responden a muchos perfiles, pero conviene
señalar que vemos a muchos menores que esnifan cola, les da todo igual y
arremeten con lo que pillan”.
A pesar del respaldo sindical mostrado por
UGT, los vigilantes critican “la soledad” en la que se ven frecuentemente a la
hora de interponer las denuncias. “Una empresa que no me defiende ante un
ataque cuando estoy cuidando de sus bienes no me puede prohibir hablar de lo
que me ha pasado. Si tú me defiendes y te personas en la vista oral, yo me
callo, pero muchas veces pasa lo contrario. Esperemos que con Fran no ocurra lo
mismo. Vive para contarlo porque si le ataca en otra zona vital no lo cuenta.
Esperemos que la empresa responda, porque ha habido ocasiones en las que ni se
presenta nuestro abogado”, denuncia Hernández, que aguarda para octubre el
juicio que sentará en el banquillo de los acusados a la decena de personas que
le “apalearon” en diciembre de 2016 en la calle Duque de Mandas de Donostia,
cerca de la estación de tren.