En deuda
con los escoltas
Fuente:
eldiario.es - Pedro Gómez Damborenea 17/09/2013
Hace
solo dos años Euskadi era una zona de alto riesgo sencillamente por pensar
diferente. Hace un año aún vivía con escoltas. Durante tres años cada movimiento
que hacía fuera de mi casa era acompañado. Tenía siempre dos personas que me
cuidaban y garantizaban que hoy pueda seguir opinando. Solo puedo darles las
gracias. Su trabajo era protegerme, se les pagaba por ello, lógicamente, y
arriesgaban su vida. Hoy le hemos abandonado. Tenemos una deuda con ellos.
Me
repatea oír al secretario de relaciones institucionales del PNV, Koldo
Mediavilla, referirse a los escoltas como chóferes. Por un lado, hace ver que
no eran necesarios y, por otro, degrada su labor. Estoy seguro de que el señor
Mediavilla no ha tenido nunca escoltas o ha vivido en esa asquerosa ambigüedad
escondida bajo el término conflicto que, aunque no justificaba, daba una
lectura política al terrorismo de ETA.
Mis
escoltas llegaban a mi casa al menos media hora antes de mis salidas y
revisaban los contenedores y la zona. Me dejaban en casa y se quedaban un rato
por los alrededores. Les pagaban por cuidarme y lo hacían muy bien. Me llevaban
en el coche y yo hubiera preferido que no estuvieran, pero no eran mis
chóferes. Sus jornadas eran largas, más que la mías. Estoy seguro que ha habido
escoltas poco profesionales, pero no más que políticos, carniceros,
periodistas, empresarios, funcionarios, médicos,…
Hace
pocos años llegó a haber más de 4.000 escoltas en Euskadi. El fin de ETA en
octubre de 2011 les convirtió en daños colaterales. El fin de ETA fue un alivio general pero
supuso su camino hacia el paro y el final de la época dorada de esta profesión.
Hoy, dos años después, mientras Batasuna quiere ser un mirlo blanco y tratamos
de olvidar los malos momentos pasados, nadie se acuerda de los escoltas y las
falsas promesas de empleo del Gobierno central
o los planes de reciclaje. Nada de nada. Se acabaron las palabras
bonitas, las deudas morales incumplidas y los que cuidaran de nuestras vidas
malviven sin empleo. Es cierto que les pasa a miles de españoles, pero no es
menos cierto que este colectivo nos ha mantenido a salvo y desde los poderes
públicos no se ha hecho nada.
Nos
esforzamos en hacer un innecesario plan de paz en Euskadi, en lavar la cara de
todos aquellos que medraron con el asesinato, la amenaza, la extorsión o el
insulto la libertad y nos olvidamos de los que trabajaron a riesgo de sus vidas
por mantenernos vivos. Nos atrevemos a llamarles chóferes y ocultar de nuevo el
pasado. Estamos en deuda con los escoltas. Yo estoy en deuda.