9.000 CÁMARAS
DE VIGILANCIA
Metro proporcionó mil videos a la Policía en el último año
La principal amenaza en materia de seguridad son carteristas y
grafiteros, aunque las incidencias más comunes son sanitarias
MADRID, 21 Sep.
(EUROPA PRESS) -
El Metro de Madrid cuenta
con un total de 9.000 cámaras de videovigilancia repartidas por toda la red.
Son los 'ojos' del suburbano madrileño de cuyas grabaciones el último año se
han puesto a disposición de la Policía cerca de mil videos útiles para diversas
investigaciones.
Entre los dos millones de
personas que transitan a diario estas instalaciones, carteristas y grafiteros
representan la amenaza más habitual mientras que la mayoría de intervenciones
las generan las asistencias sanitarias.
Fuentes de seguridad del
Metro explican a Europa Press que las 9.000 cámaras tienen una función doble:
vigilar incidencias que afectan a los viajeros o aquellas que afectan al propio
servicio. Por ello están repartidas a través de distintos puntos de la red,
tanto en vagones como en puntos fijos. A este despliegue hay que sumarle los
1.500 agentes de vigilancia privada (contando con los destinados en Patrimonio,
situados en los depósitos), una Brigada Móvil de la Policía Nacional, una
Comisaría en Sol y otra en Nuevos Ministerios.
A la hora de facilitar
grabaciones a la Policía se cumple la Ley de Protección de Datos en virtud de
la cual, las grabaciones no se conservan más de seis días salvo cuando hay una
petición judicial. De los centenares de videos que se ponen a disposición de la
Policía, hay muchos que no tienen relación directa con incidentes cometidos
dentro de la red de Metro sino con investigaciones de toda índole, algunas de
ellas de gran interés mediático.
BANDAS VIOLENTAS
LATINAS
Las cámaras de seguridad
han servido en el pasado como pruebas de agresiones o peleas. Fue el caso del
asesinato del joven antisistema Carlos Palomino, apuñalado por otro joven de
ideología neonazi en un vagón de Metro. Las fuentes consultadas indican que
este tipo de incidentes no son habituales, aunque recientemente ha habido casos
protagonizados por integrantes de bandas violentas latinas. También se dan
casos de agresiones a supervisores del Metro por parte de personas que quieren
colarse o a los propios vigilantes por la misma razón.
La mayor parte de las
incidencias son sanitarias (desmayos, lipotimias, caídas, lesiones o incluso
infartos). Cuando una cámara lo capta, se activa un protocolo de seguridad a
través del 112. Lo mismo sucede en caso de incendio, que se da aviso a los
bomberos, o con otras situaciones de emergencia como un ascensor que se atasque
con personas dentro.
Las fuentes consultadas
definen como "un día tranquilo" el pasado miércoles donde se
registraron 14 asistencias sanitarias, una de bomberos, la identificación de un
carterista y un total de 24 personas puestas a disposición judicial.
El Metro cuenta con un
centro de control donde se centralizan todos los servicios del suburbano, desde
lo relativo a la seguridad hasta la megafonía. Este centro de operaciones
siempre cuenta con la presencia de un efectivo de la Brigada Móvil de la
Policía Nacional. Con diez años de antigüedad, está prevista su renovación para
adaptarlo a las novedades tecnológicas del momento.
CARTERISTAS YA
CONOCIDOS POR LOS VIGILANTES
Desde el punto de vista de
la seguridad, los carteristas y los grafiteros son el principal quebradero de
cabeza de la seguridad del Metro. Hasta el punto de que son muchos a los que
los vigilantes que circulan por la red ya conocen e identifican a simple vista
por lo que directamente se avisa a la Policía. En muchos casos estas personas
tienen órdenes de alejamiento del suburbano por su reincidencia.
Las fuentes consultadas
explican los carteristas pueden actuar en solitario o en grupo como era el caso
del conocido como 'clan de las bosnias', que tras ser descubiertas en numerosas
ocasiones finalmente se logró que un juez decretase para ellas una orden de
alejamiento del Metro. Ahora se las sitúa fuera de Madrid. Afirman estas
fuentes que los carteristas procuran no robar nunca más de 400 euros pues a
partir de esa cantidad de dinero la acción ya se considera delito en lugar de
falta.
Por su parte, los
grafiteros casi siempre actúan en grupo. A diferencia de otros lugares, en
cuanto un vagón aparece pintado con sprays se le retira de la circulación para
retirar los desperfectos. El Metro de Madrid se persona en multitud de causas
judiciales (en su mayoría juicios de faltas) con el objetivo de reclamar la
responsabilidad civil por los daños ocasionados. Generalmente no se logra
recuperar la compensación económica, pero a cambio sí se han logrado órdenes de
alejamiento.
PALIAR EL FRAUDE
Aunque aún se encuentra en
fase embrionaria, los responsables del suburbano madrileño exploran fórmulas
para evitar que la gente se cuele sin pagar. Los primeros estudios se inclinan
por aprovechar la tecnología para dotar a los interventores de una mayor
capacidad de reacción, aunque las fuentes consultadas admiten que es difícil.
Indican estas fuentes que
pese a los años de crisis no han detectado un incremento de fraudes de este
tipo en comparación con los años previos. Añaden que movimientos como el
colectivo 'Yo no pago' apenas han tenido continuidad. Aseguran que la mejor
manera de combatir esta tendencia de no pagar es fomentar y ahondar en la
concienciación de que esta instalación se conserva con el dinero de todos los
ciudadanos.