Prosegur:
cuando violar derechos cotiza al alza
Fuente: publico.es - 2 oct 2015 - David
Bollero
Hace
unos seis meses que escribí un reportaje acerca de las denuncias por parte de
trabajadores de la multinacional española Prosegur por violaciones de derechos humanos y laborales. Entonces, tuve oportunidad de entrevistar en persona a
trabajadores de Latinoamérica que contaban cómo habían sido víctimas de
agresiones, amenazas e intimidaciones por parte de personal directivo de
Prosegur, cómo se había convertido en práctica habitual de la compañía forzar a
sus empleados a trabajar durante largas jornadas laborales en condiciones de
seguridad lamentables, en países como Colombia donde los sicarios cuentan con
mejores armas que la propia policía.
Con
todo, durante la realización de aquel reportaje lo más desalentador no fueron
los testimonios de trabajadores como Héctor Fabio Bermeo, golpeado por un
directivo de Prosegur, sino el silencio de la compañía. Durante varios días
traté de contrastar la información, de conocer la versión de la multinacional
española, pero no fue posible. Rechazaron hacer cualquier tipo de declaración
lo que, en estos casos y desde mi punto de vista, es como ponerse una diana
encima, como declarar su culpabilidad. Si efectivamente no se realizan malas
prácticas, ¿por qué no demostrarlo? Prosegur no quiso o no pudo. En ambos
casos, culpable.
Culpable
también me pareció el Gobierno español, ante el cual los trabajadores de
Prosegur de Latinoamérica formularon diversas denuncias, a través del sindicato
UNI Global Union, y nuestro Gobierno, ese que tanto presume de ‘Marca España’
con compañías como Prosegur, tampoco movió un dedo. Culpable. Culpable y
lamentable.
Estos
días se celebra en California una de las ferias de seguridad privada más
importante del mundo: la conferencia de ASIS, a la que, claro está, Prosegur
acude. Y, adivinen qué: el Consulado español ha sido testigo de una protesta de
empleados de Prosegur para protestar, no sólo por las condiciones laborales en
las que siguen trabajando sino, además, pidiendo protección para la vida de uno
de sus empleados: Ángel Ovidio Quiroz, líder sindical de Prosegur en Medellín
(Colombia).
Según
me cuenta Markel Bilbao-Maté, de SEIU (el mayor sindicato de agentes de
seguridad privada de EEUU), la marcha ante el Consulado ha sido un clamor ante
“los embajadores de España ante los Estados Unidos y Naciones Unidas para
plantear la problemática de Quiroz”, cuya mujer acaba de “recibir otra amenaza
de muerte contra su marido este mismo mes”: Una llamada de teléfono le
informaba de que iban a entregar el cuerpo de su marido “en pedacitos”.
No es
la primera; según me cuenta Bilbao-Maté, Quiróz “lleva sufriendo amenazas de
muerte desde 2013”. El sindicato UNI Global ya expresó su preocupación al CEO y
a la presidenta de Prosegur, sin obtener respuesta. Además, UNI Global remitió
una queja ante la OCDE por supuestos abusos de los derechos humanos en Brasil,
Colombia, Paraguay y Perú y, de nuevo, el silencio por respuesta.
Poco
parece importar la vida de los sindicalistas que luchan por unas condiciones
laborales dignas. Todo el mundo, desde la compañía al Gobierno español o los
organismos internacionales miran hacia otro lado. El lobby de seguridad privada
es demasiado poderoso, tanto que ayer mismo Standard & Poor’s mejoraba la
valoración de la liquidez de Prosegur, confirmando su calificación crediticia a
corto y largo plazo. Unos días antes, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea
(AESA), dependiente del ministerio de Fomento de España, le otorgaba a Prosegur
la primera licencia a una compañía de seguridad privada española para operar
RPAS (Remotely Piloted Aircraft Systems), es decir, drones.
¿Quieren
que les diga qué siento? Sencillamente, se me revuelve el estómago. ¿Y a usted?