LABORAL - Jornada Mundial del Trabajo Decente
La España de los trabajos indecentes
EL MUNDO conversa con trabajadores que
denuncian la precariedad que padecen y las condiciones indignas de sus empleos
Fuente: elmundo.es - RAQUEL VILLAÉCIJA | ISABEL MUNERA 07/10/2015
'Búhos'
nocturnos que vigilan la noche por menos de 1.000 euros al mes, enfermeras con
una década de experiencia que rozan a duras penas esa cantidad, licenciados
formados y con idiomas que se tienen que conformar con el salario mínimo o
empleados que empalman contratos temporales y que tienen que
hacer cuentas para poder cubrir los vacíos durante las 'vacaciones' no pagadas.
En la Jornada Mundial del Trabajo Decente, EL MUNDO rescata
varios testimonios de trabajadores que, aunque agradecen no formar parte del
casi 23%
de españoles que está en paro, sí denuncian la precariedad que
padecen y las condiciones indecentes o indignas de sus
empleos.
He llegado a trabajar hasta 20 horas
Haga frío o
calor, J.E, de 27 años, hace guardia en la calle. Es vigilante de Seguridad
desde 2008 y ahora hace ocho horas, pero ha llegado a hacer hasta 20 en dos
servicios, uno de 12 y otro de ocho, para poder hacer frente a sus gastos.
"Mi
trabajo es 100% indecente. Estoy ocho horas en la calle de pie, sin el
vestuario adecuado ni en verano ni en invierno. Durante dos años doblé turnos,
pero un problema de salud me sirvió para reflexionar. Me estaba dejando la vida
y la salud", explica.
"Entre
los vigilantes de seguridad", añade, "lo normal es hacer
turnos de 10, 12 y 14 horas. El sueldo
apenas llega a los 900 euros haciendo 162 horas mensuales y
para completarlo muchos se ven obligados a hacer horas extra", afirma.
"Además",
denuncia, "no se respetan los descansos". "Yo hago ocho horas
seguidas y tengo que pedir permiso si quiero ir al baño. En 12 horas el
descanso es de tan sólo media hora. La empresa abusa porque sabe que la persona
no se va a negar con todo el paro que hay".
Esta joven
tiene que pagarse de su bolsillo la ropa térmica en invierno y una gorra en
verano si no quiere terminar con una insolación. "La empresa no nos da
calzado apropiado, ni ropa térmica, ni guantes anticorte, poniendo así en
peligro nuestra seguridad", denuncia.
Pese a la precariedad
de las condiciones en las que trabajan, casi nadie se atreve a alzar la voz.
"Entre los compañeros hay miedo, no hacemos huelga porque
no hay unión. Todo el mundo se mata por las horas extra para
completar el sueldo y la gente se pisotea", añade indignada.
Lejos de
mejorar su situación, con el paso de los años ha ido empeorando. De tener tres
pagas, julio, diciembre y marzo, ahora sólo tiene dos. Y la empresa les cambia
los horarios de un día para otro.
"No
podemos hacer planes. Trabajar así es muy difícil de aguantar, te afecta a tu
vida familiar, a tu salud, tienes problemas para conciliar el sueño, etc. La
gente no se va porque es muy difícil encontrar trabajo".
Mil euros por asistir en quirófano
Muchos
profesionales formados y con experiencia tampoco ven compensados en su nómina
sus años de estudio en la Universidad y de especialización y trabajan en
"condiciones indecentes".
Así resume
Paula (nombre ficticio), de 35 años, su empleo en un hospital de Madrid. Es
enfermera, asiste en quirófano y trabaja seis y horas y media al día, porque
tiene reducción de jornada.
Cobra
1.000 euros, a pesar de
que tiene 12 años de experiencia, habla dos idiomas, tiene un master y ha
publicado varios artículos.
"Las
condiciones de trabajo... no son dignas. Asumo
un exceso de responsabilidad que no se ve traducido en el sueldo ni
reconocido", explica esta profesional, que lamenta que el personal de
limpieza cobre más por trabajar sólo media hora más.
"En mi
sector, considero que es indigno que nos paguen así cuando dejan la vida de
personas en nuestras manos y las de los médicos. Si esto no fuese completamente
vocacional, este sistema no funcionaría", lamenta.
Aunque Paula
no hace guardias, critica las condiciones indignas que disfrutan los compañeros
que sí las trabajan: menos de 10 euros por noche. "Como
camarera ganaría más", denuncia.
Ocho horas conectados a un máquina
Hay días en
los que M.B.M., de 39 años, trabaja ocho horas y no tiene ni los cinco minutos
de descanso que establece su convenio.
"Aprovechas
para ir al baño pero como te pases un minuto de los cinco ya te están dando un
toque", comenta indignada esta trabajadora de un contact center. "Mis
compañeros y yo nos pasamos toda la jornada conectados a una máquina. Y algunos coordinadores nos tratan como si fuésemos
ovejas", añade.
Lleva más de
14 años trabajando en este sector, pero no lo ha dejado porque su pareja no
tiene un trabajo estable y tienen una niña pequeña. "Cobro 1.100 euros al
mes, pero cuando mi pareja no tiene trabajo lo pasamos fatal para llegar a fin
de mes", explica.
M.B.M tiene
suerte porque ella tiene siempre el mismo horario, pero a algunos de mis
compañeros se los cambian de un día para otro. Además, no les dan
los cuadrantes de los horarios y vacaciones con la antelación que establece el
convenio y les hacen trabajar en distintas sedes sin avisárselo con suficiente
tiempo. "La gente no suele denunciar ni protestar por miedo. Según esta el
trabajo, las empresas hacen lo que quieren, saben que la gente necesita el
trabajo y se aprovechan".
No he trabajado más de dos años seguidos
R.D.tiene 31
años pero no ha conseguido trabajar más de dos seguidos. "Llevo años encadenando contratos temporales. He
trabajado de reponedor, en una tintorería, de socorrista, de intérprete de
lenguaje de signos...". Ahora está en el paro, buscando empleo.
Este joven no
sólo ha vivido la precariedad de un trabajo con fecha de caducidad, también ha
sido falso autónomo, es decir, ha trabajado
como sus compañeros con contrato (con un horario y cumpliendo con los objetivos
que le marcaba un jefe) pero haciendo frente a las obligaciones que tiene un
trabajador por cuenta propia.
El no tener
nada fijo no le ha permitido independizarse. "No tengo
independencia económica, vivo con mi madre. Ahora tiro de los
ahorros porque no tengo trabajo, y voy a pedir la ayuda de 426 euros mientras
me sale algo", añade.
Su último
trabajo fue este verano como socorrista. Le pagaban algo más de 800 euros al
mes, pero el 20% era en negro. Además, no sólo tenía que vigilar la piscina
sino encargarse también del mantenimiento. "Este año me han pagado incluso
menos que el anterior porque decían que tal y como están las cosas no podían
costeárselo. En mi contrato se estipulaban 40 horas pero hacía 48 a la semana o
más, y sólo libraba un día aunque por convenio es un día y medio. Cuando se lo
comentaba, me respondían que diera gracias que había compañeros que no libraban
", asegura.
Pese a que el
mercado laboral le ha maltratado durante años, R.D. no pierde la esperanza.
"Espero encontrar algo mejor", afirma, aunque de momento encadena
campañas de verano con las de Navidad. Eso, si tiene suerte.