Stop grafitis: 15 millones de euros anuales
que pagamos entre todos
La concienciación e implicación de las instituciones y
ciudadanos es la herramienta más potente para luchar y poner freno a los grafitis
en el ámbito ferroviario. Además del coste económico de la limpieza de trenes
que pagamos todos los ciudadanos, estos actos vandálicos suponen serias
molestias e inseguridad entre los viajeros
Fuente: elperiodicoextremadura.com/11/12/2018
La prevención y lucha contra
los grafitis no cesa en Renfe. Además del perjuicio económico, las pintadas en
vehículos e instalaciones suponen un importante inconveniente desde el punto de
vista de la seguridad.
En cifras, Renfe ha destinado
hasta septiembre de este año un total de 11 millones de euros a la limpieza de
grafitis en sus trenes. La compañía prevé que al cierre de 2018 este coste
iguale o supere la cifra de los 15,7 millones que se destinaron el año pasado a
la limpieza de estos actos vandálicos, cuantía equivalente a la compra de tres
trenes de Cercanías.
También hay que tener en cuenta
el daño que producen los grafitis en la imagen de Renfe, ya que un tren o una
estación que no ofrece un aspecto limpio transmite sensación de suciedad e
inseguridad entre los clientes. Esta circunstancia pone de relieve la
importancia de limpiar las instalaciones o el material afectado lo antes
posible. En este caso, hay que retirarlo de circulación, con el consecuente
trastorno para la programación de trenes y esfuerzo de Renfe para tratar de no
alterar el servicio previsto.
Esta puesta a punto de los
trenes es muy costosa. La pintura suele afectar a la chapa del tren, que es
ácida y de secado rápido. Dependiendo del tamaño del grafiti, un tren puede
quedar sin servicio en talleres para su limpieza entre un día, si la acción es
menor, y una semana, si es de mayor calado y afecta gravemente a la pintura y
la chapa del tren.
El año pasado se produjeron un
60% más de actuaciones en toda España relacionadas con los grafitis. Renfe
calcula que el incremento de acciones de este tipo siga creciendo en 2018. Sólo
en los primeros nueve meses del año ya se han registrado 2.800 actos vandálicos
de este tipo. Estas acciones vandálicas relacionadas con pintadas en los trenes
de Renfe casi se han duplicado desde 2008.
10 millones MÁS en seguridad.
Además del incremento de estos actos se ha detectado que los grafiteros cada
vez emplean más violencia y que en muchos casos se trata de grupos organizados.
El riesgo es tanto para los propios viajeros como para el personal de Renfe y
vigilantes. Incluso los grafiteros ponen en peligro su integridad física cuando
atacan un tren en servicio, al saltar a las vías por las que pueden circular
otros trenes.
De hecho, el método de accionar
indebidamente el aparato de alarma de los convoys cuando están en servicio, lo
que produce la detención de emergencia del tren, es uno de los utilizados por
los grafiteros. El frenazo puede producir caídas de los viajeros. Hay casos en
los que los grafiteros han actuado con pasamontañas llevando a los viajeros a
entrar en pánico al pensar que podría tratarse de otro tipo de ataque.
A los daños contra el
patrimonio de la compañía (que incluye gastos de limpieza, pintura,
disolventes, traslados a talleres, movilización de personal…) hay que sumar
todos los gastos anuales en medios destinados en vigilancia y seguridad, que
supondrían otros 10 millones de euros adicionales, con lo que la cifra de coste
total se elevaría a 25 millones de euros anuales. Un coste que acaban pagando
todos los ciudadanos con sus impuestos.
Como medida en la batalla
contra este tipo de actos vandálicos, Renfe colabora con las fuerzas y cuerpos
de seguridad del Estado y denuncia todos los actos ante la autoridad competente
en cada caso (Policía Nacional, autonómicas, locales o Guardia Civil), que en
algunas ocasiones han derivado en sentencias condenatorias a prisión por este
tipo de actos vandálicos. Desde el punto de vista operativo, es imprescindible
intensificar la vigilancia para aumentar la presión sobre los grafiteros.
Por todo ello, cobra especial
importancia concienciar a la sociedad para luchar y denunciar estas acciones
ante un problema que traspasa el ámbito de la empresa y que genera costes, que
pagamos todos, además de los riesgos físicos.