Vigilantes
en peligro
La crisis y el intrusismo
amenazan al centenar de miembros en activo de un colectivo que cuida de
polígonos, centros comerciales y edificios públicos de la comarca
Fuente:
elcomercio.es - 01.09.13 - CRISTINA DEL
RÍO cdelrio@elcomercio.es |
Son la
mano derecha de la Policía en la lucha contra la delincuencia. Aliados
naturales en la tarea de prevenir atentados contra la propiedad ajena. Su
simple presencia disuade a malhechores o les obliga, al menos, a esforzarse
para burlar su guardia. Son los vigilantes de seguridad privados, un colectivo
con 473 profesionales habilitados en la comarca, conforme al registro de la
Jefatura Superior de Policía de Asturias, pero con apenas un centenar de
miembros en activo, según extrapolación realizada por personal del gremio.
Un
sector del que la crisis ha descubierto, muy a su pesar, su vulnerabilidad. En
la carrera de recortes realizada por todo tipo de instituciones, tanto públicas
como privadas, la vigilancia, junto con la limpieza, han sido las primeras en
caer. Sin ir más lejos, la reciente licitación de la vigilancia de seguridad
del campus administrativo de la Universidad de Oviedo reduce de 47 a 20 el
personal asignado a esta tarea.
Si a
esto se le añade el creciente aumento del intrusismo que denuncian asociaciones
como AVISPA (Asociación de Vigilantes de Seguridad del Principado de Asturias),
el panorama resulta desmoralizador para unos profesionales que reivindican su
trabajo y su formación como principal garantía para atajar el delito.
Prosegur
y Securitas son las máximas empleadoras en la comarca con 40 y 33 agentes en
servicio, respectivamente, según los datos facilitados por las propias
compañías. No en vano, las grandes del sector suelen acaparar el 80% del
mercado en cualquier punto del panorama nacional.
A
distancia, Prosetenicsa, con un número indeterminado de vigilantes pero con
cuatro clientes en su cartera de Avilés, y de Eulen, con tres vigilantes. A
estas cifras hay que sumarle los contratos eventuales, vigilancia para ferias,
mercadillos y demás actividades estacionales.
En el
último mes, del 15 de julio al 15 de agosto, la unidad territorial de Seguridad
Privada de la Jefatura Superior de Policía de Asturias, registró 63 contratos
de servicio en Avilés. Un balón de oxígeno para un sector maltrecho pero menos
inflado de lo que debiera debido a las denominadas empresas de servicios
auxiliares, con personal que hace las veces de vigilante de seguridad sin
contar con formación específica y a mitad de precio, según alerta AVISPA. De los
veinte euros/hora que cuesta contratar a un vigilante, estas compañías
solicitan la mitad, entre nueve y diez. La contratación más reciente en Avilés
se pudo ver en el mercadillo medieval de Alcabala, instalado entre las calles
de la Ferrería, los Alas, la Fruta y la plaza del Carbayo.
Una
situación que viene a hundir a un maltrecho sector que lejos de erigirse en
fundamental en el marco de un complicado panorama con el aumento de la
delictividad como resultado más palpable, ha sido de los primeros en ser
rescindidos por las empresas. Prefieren correr el riesgo a pagar por un trabajo
preventivo y de alerta.
En el
punto de mira, además, la administración pública que, según asociaciones y
gerentes de empresas de vigilancia, es la que «tira los precios» en las
licitaciones públicas. Remitiéndonos, de nuevo, a la publicada por el Boletín
Oficial del Principado de Asturias el pasado 26 de agosto para la adjudicación
del servicio de vigilancia y seguridad en el Campus administrativo
Llamaquique-Buenavista, en su punto 3, 'tramitación y procedimiento', recoge
como criterio de adjudicación «en su caso: el precio más bajo».
Alfredo
Montes, concejal de IU en el Ayuntamiento de Castrillón y vigilante de
seguridad en el Puerto. :: SERGIO LÓPEZ
Es la
alerta asociativa y sindical de un colectivo que, pese a la incertidumbre,
sigue estando al pie del cañón ante un trabajo «totalmente vocacional», en el
caso de Alfredo Montes, concejal de Medio Ambiente por Izquierda Unida en
Castrillón. Recién finalizado su paso por el Ejército, entró a trabajar en
Prosegur y, tras un periodo en Madrid, fue destinado como escolta al País
Vasco. De vuelta a Asturias, se haría cargo de la seguridad en varias
estaciones de ferrocarril, la última la de Avilés.
En los
buenos tiempos llegaron a ser ocho agentes con arma velando por la seguridad de
los usuarios y trabajadores de una instalación cuya empresa gestora redujo al
mínimo su presencia. Ahora solo se vigila dos horas diarias y sin arma, lo que
rebaja el precio contratado.
En este
lugar, Montes ha pasado alguno de sus mejores y peores momentos de su vida. Su
corpulenta presencia deja paso a un carácter abierto y afable que le ha
granjeado muchas amistades en el ir y venir de los usuarios de tren y autobús.
Pero todos ellos, aunque por número sumen más, le impiden borrar de su retina
un suceso que marcó su vida.
La
trágica agresión a la joven langreana Cristina Fanjul, en el año 2000, por la
que perdió los ojos. Fue Montes el que escuchó sus gritos y auxilió a la joven
antes de la llegada de los servicios de emergencia.
Turnos y
rutina
Ahora
presta servicio en la margen izquierda de la ría de Avilés, para el Puerto y el
Polígono de las Arobias con Prosetenicsa. De nueve de la noche a ocho de la
mañana. Turnos de once y doce horas diarias, con un máximo de 162 al mes, «que
me permiten acumular mucho tiempo libre a la semana» y trabajar en Consistorio
castrillonense, además de como secretario de la agrupación local de IU. Él,
como Leopoldo Fernández 'Poldo', llevan a cabo la rutina establecida para la
primera hora de trabajo. Se trata de verificar el orden y el estado de las
cosas.
Leopoldo
Fernández y su compañero Luis García, en el Parque Empresarial Principado de
Asturias. :: SERGIO LÓPEZ
En el
caso del segundo, junto con su compañero de la empresa Grespro, recorren, a pie
y en vehículo, todo el perímetro y recovecos del Parque Empresarial del
Principado de Asturias.
Vallados,
ventanas, cierres de portones y cajetines de alarmas son los puntos sensibles
de cualquier recinto, sea polígono industrial o edificio público. «Cuando
pillamos a alguien 'in fraganti' avisamos rápidamente a las fuerzas de
seguridad e intentamos que no se escape y, si vemos que podemos, lo reducimos»,
explica Poldo. Aunque las noches, en general, son tranquilas, las situaciones
comprometidas son inevitables. «Una zona industrial tan grande es propicia para
los ladrones», una circunstancia que ha propiciado alguna que otra persecución
por el polígono porque fuera de él está prohibido «a no ser que contemos con
permiso expreso de la policía». «Somos sus auxiliares», asegura a la vez que
indica que la colaboración, al menos en cuanto a su experiencia personal se
refiere, siempre ha sido positiva.
Los
ataques más habituales suelen ser por robo, pero los objetos de deseo y el
perfil del delincuente han variado. Poldo detalla que ya no pasa como antes
cuando «eran casi siempre gitanos» los responsables de unas sustracciones que
han derivado hacia el combustible de camiones y la chatarra.
Manuel
Ángel López pasa por ser el vigilante más veterano de la comarca de Avilés. Con
32 años de servicio a sus espaldas, trabaja para la empresa Ombuds. Desempeña
su función en la terminal de Renfe de La Maruca desde hace un año, aunque
previamente se encargó de la vigilancia de la estación de tren de Gijón donde,
entre otras anécdotas propias de la profesión, se encontró atendiendo el parto
de una mujer que rompió aguas en el interior de un vagón. Fue el primero en
coger al recién nacido.
Como a
sus compañeros, le gusta la noche, turno en el que ha trabajado un 90% de su
vida profesional. Ahora lo hace de nueve de la noche a ocho de la mañana en
«una ronda continua». «La Maruca -donde trabaja ahora- era más conflictiva hace
unos años, cuando había que hacer frente al robo de chatarra y aluminio».
Asevera esta afirmación Mario José Alonso, gerente de la empresa de seguridad
Prosetenicsa y responsable estatal de seguridad privada del sindicato
Comisiones Obreras durante quince años, de 1982 a 2007. «Lo de Avilés es una
comedia; hay muchas localizaciones de gitanos que juegan al gato y al ratón con
la vigilancia», afirma. Alonso sabe que «la Policía tiene perfectamente
localizados a los delincuentes», pero confirma la impresión del resto de
vigilantes consultados, los asaltos «ahora son producidos por gente de fuera,
no necesariamente extranjeros, sino residentes en León o Cantabria que se desplazan
hasta Asturias para robar», una táctica que dificulta el trabajo de
investigación de las fuerzas policiales.
Alonso
incide, además, en las 'heridas' de un sector que tiene la esperanza puesta en
la ley de seguridad privada que actualmente se encuentra en trámite en el
Congreso de los Diputados para actualizar la actual, que data de 1992. «Regula,
entre otras cosas, la protección de datos, la grabación de cámaras de vídeo y
el intrusismo» que, junto con salarios por debajo de convenio firmados por los
sindicatos en empresas como Alcor Seguridad, según denuncia Mario José Alonso,
están hundiendo a un sector que en 2012 empleaba en todo Asturias a 1.600
trabajadores, según los datos manejados por AVISPA.