Piden 156 años
para los siete acusados por el golpe del siglo en Puerto Banús
Tres
hombres se concertaron con el vigilante de una gran superficie para llevarse
4,7 millones de euros en joyas – Entraron disfrazados de obreros – A punta de
pistola maniataron a dos guardias y a tres trabajadores y los encerraron en una
sala mientras reunían el botín
Si el asalto al tren de Glasgow en 1963 fue
considerado el robo del siglo XX, el atraco a un gran centro comercial de
Puerto Banús el domingo, 18 de noviembre de 2012, en el que los asaltantes
lograron un botín de 4,7 millones de euros en relojes y joyas, bien podría ser
el golpe del siglo XXI. La Opinión de
Málaga ha tenido
acceso, en exclusiva, al escrito de calificación fiscal de los hechos, en el
que se pide un total de 156 años y medio de cárcel para los siete acusados, los
tres supuestos atracadores, el vigilante que les facilitó el acceso a la
superficie y las tres personas que recibieron el botín para traficar con él en
el mercado negro.
La Fiscalía pide 38 años para dos autores del
atraco, 41 para un tercero y 34 para el vigilante que les facilitó la entrada
al centro. Les acusa de robo con violencia, cinco delitos de detención ilegal y
robo de uso de vehículo. Uno de ellos además se enfrenta a un ilícito por
tenencia de armas. Para los tres acusados de recibir las joyas se presentan
cargos por receptación: para dos de ellos se piden un par de años de prisión y
para una mujer acusada, año y medio. Asimismo, el acusador público reclama
indemnizaciones que suman 2,4 millones de euros para las distintas firmas de
joyería afectadas, de tal forma que la empresa de seguridad y su aseguradora
serían responsables civiles subsidiarias.
El relato de hechos podría formar parte de
cualquier película del género negro, con la salvedad de que sucedió de verdad.
Cuenta la Fiscalía de Málaga que los acusados J. R. D. L., L. I. M., R. A. P.
M. y J. A. G. G. se concertaron «para cometer un atraco» en un gran centro
comercial de Puerto Banús el día 18 de noviembre de 2012, ya que al ser domingo
el establecimiento estaría cerrado, y además coincidiría con el turno de trabajo
de J. R. D. L., vigilante de seguridad del negocio. Éste, incluso, cambió su
turno.
A las 16.20 horas de la tarde, tres de los acusados
se presentaron en la puerta de la superficie «como supuestos trabajadores para
realizar unas obras dentro» del edificio. Entraron además gracias al vigilante
de seguridad, que les abrió la puerta sin obstáculos.
Una vez dentro, continúa el fiscal, los tres
atracadores se pusieron sus respectivos pasamontañas. Ya sabían, porque se lo
dijo el guarda, dónde había otros dos vigilantes y tres trabajadores.
«Apuntaron con un arma de fuego con silenciador al jefe de seguridad y al
auxiliar, atándolos, colocándoles cinta adhesiva en la boca y una capucha de
tela negra impermeable». También ataron a tres empleados que hacían reformas en
una tienda del conjunto comercial.
Uno de los acusados, siempre según señala la
acusación pública en el escrito de acusación, se apoderó de las llaves del
coche del auxiliar de seguridad, y el otro le sustrajo a su jefe una pistola
cargada con seis cartuchos. Luego llevaron a los vigilantes y a los empleados a
la sala de descanso del personal, y allí estuvieron hasta las 19.30, es decir,
más de tres horas.
Luego, prosigue el acusador, su compinche les dio
«el disco duro en el que se grababan las imágenes de las cámaras de vídeo
vigilancia, así como todas las llaves que tenía de la zona de joyería y cajas
fuertes».
Tras forzar muebles y en otros casos usando las
llaves, los acusados se apoderaron de «joyas y relojes de gran valor»,
pertenecientes a primeras firmas, y causaron daños en el establecimiento. El
valor, según la tasación pericial, de las joyas y relojes recuperados es
superior a los 2,3 millones de euros, mientras que el material no recuperado
vale 2,41 millones.
Una vez que se habían hecho con el botín,
abandonaron el edificio los tres principales acusados y dejaron maniatados a
las otra cinco personas, dice el fiscal. Para huir, cogieron el coche del
auxiliar de seguridad, y el vigilante que ayudó a la banda se quedó en el
establecimiento «aparentando ser víctima de los hechos».
Luego, la banda ofreció los relojes y joyas a tres
personas para que traficasen con ellos, explica el fiscal, y parte del botín se
halló en distintos registros: uno que se hizo en Jaén en febrero de 2013; otro
en Santa Fe (Granada) en las mismas fechas, en concreto en la vivienda de uno
de los atracadores donde éste residía con su novia. Y una tercera intervención
domiciliaria, en casa de una tercera mujer, tuvo como consecuencia el hallazgo
de dos relojes. La idea del primero de los acusados que recepcionó parte del
botín era traficar con él. En la casa de Santa Fe, en la que vivía J. G. G., se
localizaron cuatro pistolas, una de ellas supuestamente ilegal, así como 54
cartuchos de diverso calibre.
En tres de los atracadores concurre la agravante de
disfraz, y en dos de ellos la de reincidencia, pues tienen antecedentes.