La unidad de Seguridad
Privada de la Policía Nacional controla a diario la actuación de decenas de
vigilantes en polígonos industriales y urbanizaciones
Fuente:
ine.es - 19.05.2013 Román GARCÍA
Son
sólo cinco agentes pero tienen una misión importante: coordinar la actuación de
quienes trabajan -desde el sector público, unos, y el privado, los otros- para
garantizar en Gijón la seguridad de todos los ciudadanos. La Unidad de
Seguridad Privada del Cuerpo Nacional de Policía vigila muy de cerca desde la
Comisaría de El Natahoyo la actuación de las decenas de vigilantes,
responsables de seguridad y hasta detectives privados que desempeñan sus
funciones en todo el concejo de Gijón y que sólo durante el año pasado
atendieron a más de medio millar de alarmas en domicilios, empresas o polígonos
industriales.
Los
datos han mejorado. En el concejo saltaron en 2012 la mitad de alarmas que en
el 2011 pero aún así el trabajo de estos vigilantes «sigue siendo necesario»,
tal y como recalcan desde la Comisaría, al tiempo que hacen hincapié en la
necesidad de «colaborar permanentemente» con este tipo de trabajadores. No en
vano sólo durante el pasado mes de abril las actuaciones de estos «policías
privados» se tradujeron en 30 arrestos que consiguieron llevar a cabo los
funcionarios públicos. La voluntad de unir fuerzas es, aseguran, «cada día más
importante».
Al
frente de la Unidad de Seguridad Privada de la Comisaría de El Natahoyo se
sitúa desde hace tiempo el inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía José
Ramón Ferreiro. El funcionario destaca la importancia de un sector, el de la
seguridad privada, que da empleo en España a más de 25.000 personas divididas
en 1.500 empresas y que generó sólo en el año 2012 más de cinco millones de
euros de beneficios con labores que se extienden, incluso, fuera de las
fronteras españolas. «La seguridad privada está en cualquier sector de la
sociedad. Ellos controlan, por ejemplo, algunas de las infraestructuras más
importantes del estado que son vitales y que tienen que ver con la energía o el
transporte», argumenta Ferreiro resaltando la necesidad de supervisar este
trabajo coordinando actuaciones para dar un mejor servicio. «En su día la
legislación permitió que el Estado perdiera el monopolio de la seguridad y
ahora debemos de compartir las funciones y coordinarnos», concluye.
El
trabajo de este grupo se divide en dos partes, tal y como explica el propio
inspector. «Tenemos que controlar a quienes están trabajando en este sector en
Gijón haciendo lo que nosotros llamamos el trabajo administrativo de dar
permisos y vigilar que todos los trabajos se realicen como corresponde», relata
Ferreiro, quién participa en las revisiones periódicas en zonas como las
estaciones de autobuses o de trenes en donde los vigilantes desempeñan una
labor fundamental.
La
colaboración entre lo público y lo privado se pone de manifiesto, sobre todo, durante
la celebración de los Ángeles Custodios, patronos del Cuerpo Nacional de
Policía. Casi todos los años los agentes de la Comisaría de El Natahoyo
agradecen su trabajo a algún vigilante de seguridad privada de la ciudad. En el
año 2009, por ejemplo, Saúl Ardura, un vigilante que fue apuñalado por un
ladrón y Javier Quintela, un responsable de seguridad que evitó la agresión a
un médico del Hospital de Jove, lograron un reconocimiento por su labor. Pero
no hace falta irse tan lejos para recoger los frutos de la colaboración. Hace
apenas unos días varios vigilantes avisaron a la Policía Nacional al ver la
«actitud sospechosa» de varios jóvenes que trataban de robar tapas de
alcantarilla y permitieron que los funcionarios frustraran el robo en un polígono
industrial de la ciudad. Pocos días después se repitió la escena en otra zona
empresarial. La actuación de los vigilantes de seguridad sobre el terreno y la
conversación «fluida» con ellos permite, además, a la Policía «acercarse a las
problemáticas de cada zona». «Ellos son los que controlan lo que pasa pero
también nosotros debemos de darles pistas para que sepan la problemática que
tiene cada lugar y para que estén atentos a todo lo que pueda pasar. Prevenir
también es clave», concluye José Ramón Ferreiro.
En
total, en toda España trabajan 55 unidades de seguridad privada repartidas en
Comisarías de todo el país. En Asturias existen dos grupos de este tipo: uno
con base en las dependencias de El Natahoyo y otro en la Jefatura Superior de
Policía de Oviedo. Sólo Vigo y Algeciras cuentan con una unidad de este tipo
sin ser capitales al tener, como Gijón, una Comisaría local con carácter de
provincial. «La actividad no es sencilla. Además del trabajo que desempeñamos
con los trabajadores que están en la calle muchas veces tenemos que controlar
locales que están obligados a tener determinadas medidas de seguridad. Hasta
que nosotros no demos la autorización después de inspeccionar los
establecimientos los dueños de los negocios no pueden abrir», afirma el inspector
desde su despacho en la primera planta de la Comisaría.
Pero
¿hasta dónde llega su trabajo? José Ramón Ferreiro mantiene que, por ejemplo,
los porteros de discoteca no están considerados como trabajadores del sector de
la seguridad privada. «Este tipo de empleados no entran dentro de esta
consideración ya que tienen un contrato privado con los dueños de los locales
para el control de accesos y en teoría se encargan de eso, de no permitir que
entre determinada gente», concluye el inspector.