Trabajar sin
cobrar para la Reina y el Dios Olímpico
Liverpool,- En
una entrevista
que le hice a Ross Perlin , autor de Intern Nation (Verso, 2012), una crítica
demoledora del uso de millones de
jóvenes becarios como mano de obra barata , Perlin me comentó que en EE.UU.
“hay toda un área de empleo en el cual ya se considera que es perfectamente
normal que los becarios trabajen sin cobrar nada”. Aquí en el Reino
Unido , habría que añadir que la gente trabajará gratuitamente si se lo pide la
reina o el dios olímpico.
Perlin notó que
la mitad de los becarios en EE.UU. y en el Reino Unido no cobran nada. “En
medios de comunicación, sobre todo on line, en profesiones creativas como
producción de cine o moda, o en empresas sin afán de lucro, muy pocos cobran”,
dijo..
Ahora que
estoy en Inglaterra puedo añadir a este catalogo de profesiones tan
estrechamente identificadas con la nueva esclavitud, los grandes eventos
como los Juegos Olímpicos o la celebración del 60 aniversario de la coronación
de la Reina Isabela.
Aunque en el
“land of hope and glory”, lo que motiva a los trabajadores voluntarios ya
no solo es el deseo de demostrar que saben trabajar disciplinadamente y
que son personas limpias y “empleables” sino también el miedo a
perder sus prestaciones por desempleo. Porque ya no solo se exige que un parado
acepte cualquier oferta de empleo si quiere seguir cobrando subsidios sociales.
Los Tories han incorporado “work experience” -experiencia no remunerada-
a las exigencias del Departamento de Trabajo a la hora de seguir
pagando prestaciones. Pero como en el caso de los becarios, con tanta gente
haciendo prácticas sin cobrar no hay vacantes para nuevos trabajadores remunerados.
En mayo,
Inglaterra regresó a los gloriosos días del imperio con el boat
pageant. Miles de barcos recorrían el Támesis bajo la lluvia en honor
a la Reina, 60 años después de su coronación en 1952. La empresa de
seguridad Close Protection UK, adjudicada el contrato de seguridad ,
reclutó a cientos de parados en varias ciudades británicas para
realizar trabajos de control de multitudes y ayudar a la policía durante
los eventos en Londres. Los jóvenes parados llegaron en la madrugada en autobuses
y tuvieron que dormir debajo de puentes hasta que los directores de Close
Protection UK -una de las empresas privadas con afán de lucro que aparecen como
setas conforme el estado subcontrata los últimos servicios públicos- les
asignasen las tareas del dia. No cobraron un duro ya que la jornada de trabajo
se define como ”work experience”, (prácticas) aunque no se sabe muy bien
para qué serviría la experiencia de controlar las multitudes convocadas cada
diez años para homenajear a su majestad.
En los Juegos Olímpicos,
otra empresa privada de policía y seguridad, G4S se hizo con el jugoso contrato
de seguridad y se comprometió a destinar a miles de guardias para vigilar
el públioc olímpico. Pero G4S ha causado estupor en los últimos días al
reconocer que miles de trabajadores contratados temporalmente y pagados salario
mínimo, no se han presentado para trabajar ejerciendo el derecho de todo
trabajador con contrato basura a no acudir al trabajo y gritar “¡que se jodan!”
cuando recibe la llamada desde el jefe. Por eso, hay una rotación tan rápida de
mano de obra en estas empresas que utilizan métodos de suministro “justo a
tiempo” para contratar a mano de obra , minimizando costes, pero con resultados
desastrosos para los organizadores de los juegos.. El fiasco ha forzado la movilización
de miles de soldados británicos para hacer el trabajo, otro ejemplo de que es
el estado el que tiene que sacar las castañas del fuego cuando fallan las
empresas privatizadas bajo el pretexto de la “superior gestión empresarial
del sector privado”.
Pero la nueva
clase de trabajadores voluntarios resulta mucho más fiable. 70.000 personas se
han presentado voluntariamente para trabajar en los Juegos de Londres. Como
ironiza Esther Addley en The Guardian “dado el fracaso de G4S a la hora de
suministrar a suficientes trabajadores pagados, los jefes olímpicos deben de
estar preguntándose si deberían haber ofrecido estos puestos a
voluntarios”. Cita la voluntaria Linda Short que trabajará jornadas de 10
joras por la patria y el dios olímpico: “El Reino Unido como otros países
ha pasado por un momento terrible últimamente y esta es a una oportunidad
para demostrar lo mejor de nuestro país”, explicó en el mismo diario. Aparte
del amor a la patria y al espíritu olímpico , muchos de los voluntarios
calculan, sin duda, al igual que la nueva fuerza de trabajo becaria, que
su entrega y sacrificio quedarán bien en curriculum vitae.
Linda parecía indiferente ante
el hecho de que la empresa encargada de entrenar a los voluntarios poco tiene
que ver con el Reino Unido. En un triunfo de relaciones públicas y
marketing, McDonalds,uno de los grandes patrocinadores corporativos de
los juegos, ha ofrecido cursos de formación para los voluntarios en la
llamada McDonalds University en Londres . Algunos de los trabajadores
voluntarios seguramente ayudarán a controlar y guiar a las colas
gigantescas de gente que se formarán delante del restaurante fast food mas
grande del mundo que McDonalds ha construido justo al lado del estadio olímpico
en Londres.
Londres blinda sus Juegos ante la amenaza terrorista
Los soldados pasan de Afganistán
a controlar los escenarios olímpicos | El gasto adicional en defensa eleva el coste de
los juegos a 14.000 millones de euros
Fuente:
lavanguardia.com – 15 Julio 2012
A doce días del
comienzo de las Olimpiadas, Londres se ha convertido en una fortaleza casi
inexpugnable, en
el marco de la mayor operación logística y de seguridad desde que la Inglaterra
de Churchill resistió heroicamente los ataques de la Alemania de Hitler en los
años cuarenta: misiles en parques y en las azoteas de bloques de viviendas, el
mayor buque de la Navy británica patrullando el Támesis con 800 marines a
bordo, 17.000 soldados en las calles, aviones y helicópteros en estado de
alerta en bases militares próximas a la capital, y la movilización de todos los
efectivos de la policía y los servicios de inteligencia.
Todo había ido
sorprendentemente sobre ruedas en la larga maratón hacia la meta del Londres
2012, a pesar de que el presupuesto del evento se había disparado desde los
3.000 millones de euros originales cuando la capital inglesa ganó la
candidatura en el 2007, hasta las 11.500 que se convirtieron en la cifra
oficial una vez hechas las cuentas, o los 14.000 que es la cifra más realista
(no reconocida por los organizadores) si se tienen en cuenta los costes
adicionales de seguridad de última hora, y la compra de los terrenos del parque
Olímpico. Pero de repente, a punto de que comience la función, el miedo
escénico se ha apoderado inevitablemente de la ciudad.
El detonador ha
sido la admisión por parte del Gobierno de que la compañía privada de seguridad
G4S, contratada a cambio de 360 millones de euros para encargarse de los
controles rutinarios a la entrada de los escenarios de las competiciones, no
había podido adiestrar y acreditar al personal suficiente para realizar el
trabajo. Con toda la Policía Metropolitana ya desplegada, la única opción
posible fue desplegar al ejército, de manera que las calles y plazas de Londres
estarán tomadas por 17.000 soldados, casi el doble de los que operan
actualmente en Afganistán, y casi tantos como los que el Reino Unido tiene en
bases militares de la OTAN en Alemania.
Algunos de los
militares afectados por la orden acababan de regresar de Kabul después de una
tensa estadía de varios meses, y contaban con vacaciones que les han sido
canceladas. "Me apunté al ejército para combatir a Al Qaeda y defender la
patria de amenazas externas, no para sacar lápices de labios de los bolsos de
las señoras a la entrada del Estadio Olímpico -dice un cabo del Regimiento de
Fusileros-. Estoy francamente disgustado, espero que por lo menos me devuelven
el precio de los billetes de avión que tenía comprados para ir a Grecia con mi
novia". El enfado es aún mayor por el hecho de que 20.000 soldados van a
ser despedidos dentro de los recortes que afectan al Ministerio de Defensa por
culpa de la crisis. Esta movilización adicional pero repentina del ejército ha
despertado una considerable alarma y puesto sobre la mesa los errores de
cálculo tanto del Comité Organizador que preside el ex atleta Sebastián Coe,
como del Ministerio del Interior y el Gobierno en su conjunto a la hora de
evaluar el personal que iba a resultar necesario, el tiempo de su
adiestramiento y el coste. Sólo el presupuesto de seguridad es superior en 700
millones de libras al originalmente calculado.
Quizás era
inevitable, pero en la recta final hacia Londres 2012 el énfasis se ha puesto
en la seguridad. Dos bloques de viviendas populares en los barrios de Waltham
Forest y Tower Hamlets se han convertido en destinos turísticos en un
infructuoso intento de fotografiar o cuando menos intuir la presencia de los
misiles tierra-aire instalados en sus azoteas a pesar de las protestas de sus
vecinos, que se han manifestado y han acudido incluso a los tribunales alegando
la violación de sus derechos humanos, al ser puestos innecesariamente en
peligro y convertido en blanco de presuntos terroristas. Pero por supuesto han
perdido.
Si por desgracia
pasa algo no será porque el despliegue de fuerzas haya sido insuficiente. La
policía y los marines han empezado a patrullar en lanchas ultrarápidas de goma
las aguas del Támesis, donde se halla estacionado el buque HMS Ocean con
helicópteros Lynx. Aviones de caza Typhoon se encuentran listos para intervenir
en la base de Northolt, al norte de Londres. Además de en los dos bloques de
viviendas del East End, misiles de alta velocidad Rapier han sido instalados en
el bosque de Epping, Greenwich, el pantano de Lea Valley y el parque de
Blackheath.
Consciente de los
enormes inconvenientes que las medidas de seguridad y las restricciones en el
transporte van a causar a los londinenses durante los Juegos, el Gobierno ha
invocado el espíritu de "sangre, sudor y lágrimas" de la Segunda
Guerra Mundial, y pedido que todos aquellos que puedan trabajen desde casa,
realicen desvíos para llegar a la oficina o se queden a tomar un par de pintas
en el pub hasta que terminen por la tarde las competiciones, y todos los
atletas, periodistas y turistas hayan regresado a sus hoteles. Londres se prepara
para la gestión del caos.