jueves, 5 de junio de 2014

Elecciones Vinsa: Algo huele a podrido

No es ningún misterio que se encuentra,  al menos a la altura de la siesta, algo tan español como dejarse las uñas antes que abandonar la poltrona. Y de ese  ‘antes muerto que despachado’ no  se libra nadie, ni coordinadores, ni inspectores, ni "sindicalistas"… pero, con esto no os contamos nada nuevo.

Sin embargo, lo que se está viendo en estas elecciones de VINSA - en la que podrían estar en peligro más de una poltrona- es que la empresa no se conforma con poner a disposición de su sindicato amigo, UGT, todos los medios para arropar su marketing electoral, sino que dando una vuelta de tuerca más sobre los derechos de los trabajadores, impide (a través de coordinadores, jefes de servicios, inspectores, etc.) que estos sean informados por los delegados de CCOO acerca de algunas cosillas de interés…


Por ejemplo, explicar  algo tan letal para su marketing sindical como el asunto de cómo “perdieron” 1000 euros con las rebajas de invierno y como perderán 1000 euros más con  las rebajas de verano si UGT sigue siendo mayoría como hasta ahora. O explicar que los perjuicios al bolsillo del trabajador debido a esta inconsistencia sindicalera de UGT no pararán hasta que se cumplan con los objetivos deseados y se consigan las metas que fría e indolentemente ha calculado la empresa.

En el caso que nos ocupa, y que fue denunciado ante la policía de Barajas, se impidió a los compañeros de CCOO acceder  a los faxtrax para dar “esa” información -y otras propias del aeropuerto puesto que no corren buenos tiempos para los vigilantes -, a pesar de que se habían pedido los correspondientes permisos de acceso en tiempo y forma, establecidos hace años por la Inspección de Trabajo. Pregunta, ¿Quién ha dado la orden de que no se deje informar por CCOO a los trabajadores del aeropuerto, de los Alcampo o del Canal Isabel? ¿Qué se teme?

Desde  luego, la perversión del sistema es tal que apena ver como cierta estrategia sindical torticera trata a los afiliados y electores con tanta falta de respeto. Porque lejos de dejar a los trabajadores  contrastar información y opiniones en lícita competencia con los demás sindicatos - que trabajan con honestidad desde la minoría- convierten los servicios en poco menos que gallineros acotados.


Ciertamente, se es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Sin embargo, eso no quiere decir que uno se tenga que aguantar y simular ser un gilipollas  respirando a pleno pulmón cuando “algo” huele a podrido. Y si a buen entendedor pocas palabras, entonces está claro que aquí el asunto es pretender sacar nuevamente un conejo de la chistera contando con que te auxilien para que te salga el truco. Y no hay más historia.