martes, 31 de enero de 2012

Entregan un bebé a un vigilante de Euskotren


Una mujer abandona a un bebé dentro de una bolsa de plástico en San Sebastián
Un indigente encuentra al niño en el interior de una iglesia y se lo entrega a un vigilante de Euskotren
INÉS P. CHÁVARRI Donostia-San Sebastián 31 ENE 2012 - 01:00 CET - http://ccaa.elpais.com





Iker Vélez del Burgo, el vigilante de seguridad al que el indigente entregó el bebé que se encontró abandonado en una iglesia. / JAVIER HERNÁNDEZ
 “De lo borracho que iba tuvo la cordura de acordarse del vigilante del topo”. Iker Vélez del Burgo, uno de los guardas de la estación de Euskotren de la plaza Easo de San Sebastián, no creía lo que José, un indigente de unos 50 años, le intentaba explicar. El vagabundo se encontró sobre las siete de la tarde del domingo un bebé dentro de una bolsa de plástico, escondido tras ropa vieja y envuelto en una bata de señora. Su madre había abandonado con tan solo cinco días de vida a su hijo en la iglesia de los Carmelitas Descalzos, apenas 10 metros de la estación de tren, según la investigación de la Ertzaintza.
La mujer, extranjera y atendida por una organización benéfica, reconoció ante los agentes que la localizaron que había abandonado al bebé ante la falta de recursos para poder mantenerle. La Ertzaintza le imputó un delito de abandono de menores, mientras su hijo, en buen estado de salud, ha pasado a depender de los servicios sociales.
José, después de que nadie en la iglesia hiciera caso a lo que decía, se acordó del “amigo” o, al menos conocido, que tenía nada más cruzar la calle. “Me avisó el muchacho de la taquilla, que uno de los indigentes que suele estar por la plaza andaba dando gritos en el hall y preguntando por mí”, explicaba ayer el guarda mientras vigilaba que nadie se le colase por las máquinas canceladoras de la estación. José, según le contó al guarda, se encontró en el interior del templo, a la altura del tercer banco desde la entrada, una bolsa con ropa, “comenzó a husmear, pensando que con el frío tal vez pudiera haber algo que le sirviera y tras remover se encontró en el fondo un bebé”.
El primer impulso del indigente fue alertar a los feligreses que en ese momento se encontraban rezando el rosario en el interior de la iglesia. No hubo modo. Tampoco le prestó mayor atención la mujer que suele aderezar la iglesia, poner flores a las imágenes y ayudar a los párrocos. “Le dijo que se fuera, estaba muy nervioso y no entendía lo que le decía”, reconoció el superior de la iglesia, José Luis Gerrikagoitia. “Le debió decir algo de un bebé, entonces se dio cuenta de que tenía un niño, y le dijo que se lo entregara a alguien, a la policía, en la estación...”. Ninguno de los curas de la iglesia se enteró en ese momento de lo sucedido, a pesar de que el indigente encontró el bebé entre el servicio de las 18.30, oficiado por el padre Satur y el de las 19.30, por el padre Horacio.
José entonces reparó en el vigilante del topo, en el “segurata” que en más de una ocasión le había invitado a café, salió de la iglesia, obvió el puesto de atención al ciudadano de la Ertzaintza, situado en un lateral de la estación y cerrado durante el fin de semana, y entregó el niño al guarda.
“Cuando lo vi, el nene estaba dormido y no sabía si estaba vivo o muerto. Impresiona”, aclaró el vigilante, que nada más cogerlo en brazos rompió a llorar. Entre los maquinistas, el personal de taquilla y el guarda cuidaron del bebé hasta que llegó la Ertzaintza y los servicios médicos para comprobar el estado de salud del niño.
EN EL HALL DE LA IGLESIA DE LOS CARMELITAS
«Tenemos un bebé en una bolsa, ya me lo llevo yo»
Dos indigentes hallan un recién nacido en una iglesia de San Sebastián
31.01.12 - 02:22 – elcorreo.com - ANE ROTAECHE | SAN SEBASTIÁN.
«Nos hemos encontrado un bebé, tranquilo, ya me lo llevo yo». Estas fueron las palabras que le dijo a un vigilante de seguridad uno de los dos indigentes que el domingo se toparon con un recién nacido abandonado en el hall de la iglesia de los Carmelitas de San Sebastián. Ocurrió tras la misa de las 18.30, pasadas las siete de la tarde. Todavía quedaban algunos feligreses rezando el rosario, por lo que el rector del templo, José Luis Garrikoitia, iba a dirigirse a los 'sin techo' -que se hallaban en estado de embriaguez- para que se fueran a la calle y no molestaran. Sin embargo, cuando escuchó a uno de ellos decir que tenían un bebé en una bolsa, les advirtió de que tenían que llamar a la Policía.
Pero José, acompañado de su amigo Carmelo, acudieron a la estación del topo de Euskotren de la plaza Easo con el pequeño. Quizá, deduce el rector de los Carmelitas, «porque tenían confianza con el vigilante». Y así fue como los indigentes entraron en la sala de espera de la estación gritando y preguntando por el guarda de seguridad. Un trabajador de Euskotren que se estaba en la taquilla alertó al vigilante, Iker Vélez de Burgo «Hemos encontrado un bebé, ya me lo llevo yo», le dijo uno de ellos. Sorprendido, tomó la bolsa de plástico que portaba José. «Le dije que me diera la bolsa y vi que había un bebé envuelto en una bata de mujer, con ropa vieja por encima», explica. «Llevaba un mono de color azul así que deduzco que se trataba de un chico». El recién nacido tenía cinco días de vida. «Cuando vi al niño no se movía y mi duda fue si estaba vivo o no», recuerda Iker.
Los llantos del recién nacido despejaron sus dudas y, tras comprobar el buen estado del pequeño, avisó a un compañero de Euskotren para que alertara a una ambulancia y a la Ertzaintza. Entre tanto, Iker Vélez retuvo a los indigentes que habían encontrado al recién nacido para que prestaran declaración cuando llegara la Policía autónoma. Entraron en la sala de maquinistas que tienen en la estación para que el bebé estuviera en las mejores condiciones posibles. Por los rasgos del pequeño, Carmelo e Iker deducen que el niño era de origen sudamericano.
Imputada la madre
Cuando los servicios de salud llegaron para recoger al niño, los sanitarios les informaron de que por el estado que presentaba el bebé éste había nacido en un centro hospitalario preparado. El pequeño fue atendido en la unidad de neonatología de Osakidetza aunque, aparentemente, presentaba buen estado de salud.
Las investigaciones realizadas por la Ertzaintza dieron con la madre del bebé. Se trata de una mujer de origen extranjero y sin recursos que estaba siendo ayudada por una organización benéfica, según informó el Departamento vasco del Interior. A la mujer se le ha imputado un delito de abandono de menores. Cuando los agentes localizaron a la madre, declaró que había abandonado al recién nacido por no tener recursos para atender sus necesidades.
José no apareció ayer por la plaza Easo, huyendo de los medios, pero su amigo Carmelo destacaba su buena acción: «A veces somos los malos pero hoy somos los buenos», decía con una sonrisa. A Iker todavía le costaba asimilar lo ocurrido un día después. En los diez años que lleva trabajando de vigilante se ha topado con todo tipo de situaciones: peleas, puñaladas a compañeros de profesión, pero nunca antes se había encontrado cuidando de un recién nacido. Cuando el domingo este vigilante de seguridad llegó a casa todavía se preguntaba qué podría haber llevado a una madre a dejar a su recién nacido en la puerta de una iglesia.